Con un compromiso inquebrantable el galeno con más de 40 años al servicio de la salud ha fortalecido la comunidad del sur de la ciudad
Por: Eunice Arredondo
El Doctor Rubén Osuna Lizárraga ha sentado un precedente en el ámbito de la salud en la zona sur de Mazatlán. Su visión como médico e impulso como emprendedor en una época en la que gran parte de la ciudad carecía de servicios de salud cercanos lo han llevado al éxito.
Recién egresado de la carrera de medicina, que estudió en la Universidad Autónoma de Guadalajara, Rubén regresó a Sinaloa para hacer su servicio social en la Cruz de Elota y luego volver a Mazatlán en 1983.
De padres dedicados a la ganadería, originarios de la zona rural de Mazatlán y avecindados en la colonia Estero del puerto, Rubén buscó su primera oportunidad en una clínica particular, donde recién inaugurada trabajó un año.
Luego empezó su aventura como emprendedor, primero en la casa de sus padres donde adecuó su recámara como consultorio y puso una pequeña farmacia.
Pero su rumbo cambió drásticamente un año después, cuando vio la oportunidad de comprar un terreno e iniciar el proyecto de su vida, la Clínica El Conchi, en la colonia Flores Magón.
“Tenía un año con mi farmacia en la Estero cuando pasé por aquí y vi un letrero que decía SE VENDE en este terreno, tenía una casita y el señor guardaba un carro de volteo, le compré el solar y lo adecué rápido para consultorio, puse una división con tablaroca y la cochera la hice farmacia, en un mes ya la tenía. La inauguré un 2 de noviembre de 1985”, recuerda el doctor.
En ese entonces la zona era de difícil acceso, se llegaba por un camino de terracería, que hoy es la avenida Clouthier, había energía eléctrica, pero carecía de otros servicios y los habitantes de varias colonias a la redonda no tenían un consultorio médico o una farmacia cerca.
“Era un día de muertos cuando inauguré y no había nada de gente porque todos se van el día de muertos. Comencé con medicina económica, yo cobraba la receta barata o a veces no me pagaban la consulta, pero se llevaban la medicina. Y así empecé se fue corriendo la voz y cada vez tenía más consulta”, explica.
De un pequeño consultorio a un referente médico en la comunidad
El Doctor Rubén Osuna platica que en un principio ni su familia apoyaba su idea de emprender en esa zona de la ciudad, cuando ya tenía su consultorio montado en la colonia Estero.
“Todo el mundo me decía que estaba loco, que cómo era posible que me viniera del lugar donde no había gente, aquí que apenas había luz, no había servicios como agua y drenaje, estaba muy solo, ni mi familia estaba de acuerdo”, dice.
Pero el tiempo le dio la razón y lo que inició como un pequeño consultorio poco a poco fue generando lo necesario para crecer hasta llegar a ser hoy por hoy un referente de la salud en el sur de Mazatlán e incluso de todo el estado.
“Empecé a trabajar mucho, hasta gatos vacunaba y perritos que me traían. Mucha gente empezó a venir, vendíamos lo básico jarabes para la tos, vick vaporub, terramicina, cosas económicas, yo los inyectaba, les ponía suero, atendía partos a domicilio en toda la colonia, iba y daba consulta”, asegura.
Con un ritmo de trabajo acelerado debido a la necesidad del servicio médico en el sector Flores Magón, el Doctor Rubén empezó a ampliar las instalaciones de la clínica, adecuó un pequeño quirófano y empezó a construir cuartos para hospitalización.
“Primero tenía un cuarto, luego hice cinco cuartos chicos y ya podía operar y hospitalizar, sacamos los permisos necesarios para la clínica. Aquí llegaban personas que a veces nada más tenían para la medicina y no cobrábamos la atención. Otros si pagaban, otros nos dejaban bicicletas, videocaseteras, escrituras de carros, pero yo no agarraba nada de eso. Había que atenderlos porque no había servicios médicos cerca”, dice convencido.
El Doctor Rubén se volvió parte de la comunidad y ayudó a fortalecerla, durante 15 años vivió con su familia en la planta alta de la clínica, luego tuvo que migrar a otra parte de la ciudad su residencia pues el negocio siguió creciendo para brindar servicios médicos de especialidad.
“Aquí en la segunda planta viví con mi familia 15 años. Tenía todo para trabajar aquí abajo, subía y era mi casa. De aquí me fui porque la clínica siguió creciendo. Luego llegaron más médicos, hay algunos que tienen 25 años conmigo trabajando. Actualmente trabajan más de 100 personas en la Clínica”, dice con orgullo.
Innovación y crecimiento: La evolución de la atención médica en el sector Flores Magón
La Clínica El Conchi fue bautizada así en 1989, cuando el Doctor Rubén Osuna Lizárraga llevaba trabajando alrededor de cuatro años en la Flores Magón y la comunidad le había brindado su confianza.
Para 1994 las instalaciones se ampliaron para contar con las áreas de anestesiología, urología, traumatología y cirugía general.
En 2004 se añadieron las instalaciones de cardiología, medicina interna, neurocirugía, radiología y se inauguró la terapia intermedia.
Entre 2010 y 2013 se inauguraron las áreas de tomografía y ultrasonido. Entre 2015 y 2017 se abrieron las áreas de geriatría maxilofacial y otorrinolaringología; y en 2022 nace el centro radiológico MAVA, en respuesta a la creciente demanda de servicios de imágenes en la clínica.
Actualmente el área de terapia intensiva está en remodelación para cumplir con la Norma Mexicana y que la Clínica El Conchi cumpla con las especificaciones de Hospital.
Durante 40 años el Doctor Rubén Osuna ha permanecido al frente de la Clínica, con la visión de ofrecer a la comunidad una atención de primer nivel en su propia colonia y con costos accesibles.
“Hemos atendido niños que ahora ya son señores, sigo atendiendo a sus hijos, a otras generaciones, los pacientes ya son de la segunda y tercera generación de las familias de esta zona. A veces el sector salud está saturado, o para trasladarse gastan más y nosotros cubrimos esa necesidad”, señala.
Familia y comunidad: La esencia del éxito del Doctor Osuna
La clínica El Conchi se convirtió en una empresa familiar, Martha, la esposa del Doctor Rubén lo apoyó desde un inicio y hoy tres de sus cuatro hijos trabajan en el hospital mientras que el menor ya se prepara haciendo su internado.
El doctor, como capitán del barco se asegura de pasar a sus hijos el legado de la atención médica humana y de calidad, con visión a futuro para que la empresa se mantenga, pero sobre todo con visión de comunidad.
“Yo les digo que la gente tiene que trabajar porque en una empresa todos son iguales, no puede haber alguien que los consienta, aquí somos una empresa afuera somos familia. Nosotros somos servidores de la salud, hay que curar a todas las personas que podamos, con respeto, las cosas se tienen que hacer y eso va a generar bienestar para ellos y para nosotros, es lo que tratamos de inculcarles a nuestros hijos”, afirma.
Al igual que con su familia, el Director General de la Clínica El Conchi, procura que los colaboradores tengan un buen ambiente laboral y calidad de vida, pues asegura que esto también se refleja en su desempeño al atender a los pacientes.
En un mundo donde la atención médica a menudo se encuentra lejos de quienes más la necesitan, el Doctor Rubén Osuna Lizárraga ha demostrado que la pasión y el compromiso pueden transformar realidades. Su historia es un testimonio de perseverancia y dedicación que ha dejado una huella imborrable en la comunidad de Mazatlán.
La Clínica El Conchi no solo se ha convertido en un referente de salud, sino en un pilar de apoyo emocional y físico para generaciones enteras. Rubén no solo ha atendido enfermedades, sino que ha cultivado la confianza y el sentido de pertenencia en un lugar que, alguna vez, careció de servicios básicos.
Hoy, su legado continúa vivo, no solo en la infraestructura de la clínica, sino en los corazones de aquellos que han recibido atención y cariño. La visión del Doctor Osuna nos recuerda que, más allá de los avances tecnológicos y la medicina moderna, lo que realmente importa es el calor humano y la dedicación al servicio.
Al mirar hacia el futuro, la Clínica El Conchi se erige como un ejemplo brillante de cómo el amor por la comunidad y el deseo de hacer el bien pueden generar un impacto positivo duradero. Que su historia inspire a otros a seguir el mismo camino, porque cada pequeño esfuerzo cuenta en la construcción de un mundo más saludable y solidario.