A los 70 años, Eva I brilla con luz propia y una corona que simboliza amor y perseverancia

Más allá de recibir una corona simbólica, Eva Araujo Izaguirre, fue reconocida por las cualidades que la hacen verdaderamente una reina: su generosidad, su energía positiva y su capacidad para alegrar y motivar a quienes la rodean

Por: Juan Madrigal

Culiacán, Sinaloa.- A los 70 años, Evangelina Araujo Izaguirre demuestra que los sueños no tienen fecha de caducidad ni barreras. Con una energía cautivadora y un corazón lleno de esperanza, logró coronarse reina, cumpliendo un deseo que nació en su niñez.

¡Reina de corazón! Eva I, admirable mujer que conquistó su corona con alegría, fe y gratitud

Eva, como la llaman con cariño, creció en Sinaloa de Leyva Municipio, soñando con portar una corona, lucir un cetro y recibir el aplauso de quienes la rodean. Aunque por mucho tiempo ese anhelo parecía inalcanzable, su actitud positiva y el amor de quienes la rodean lo convirtieron en una realidad.

Evangelina demuestra que los sueños no tienen edad y que la perseverancia, pasión y amor son importante para alcanzarlos. Foto: Juan Madrigal

“Me siento muy feliz, halagada que me hayan elegido reina. Gracias por ese bonito cariño que me brindan, fue un momento que siempre llevaré en mi mente y corazón”, manifestó con gratitud S.G,M. Eva I.

A lo largo de su vida, ella enfrentó distintos desafíos, entre ellos, las diferencias de opinión con su madre sobre algunos de sus anhelos.

“Mi mamá nunca estuvo de acuerdo en que participara en certámenes de belleza. Siempre me decía que eso era para chotearse”, compartió con ternura y sentido del humor, al recordar aquellos momentos de su infancia y juventud, donde los sueños parecían lejanos, pero nunca imposibles.

Eva I, la reina que demuestra que los sueños no tienen edad. Con alegría y gratitud, cumplió el anhelo que guardó desde su infancia. Foto: Juan Madrigal

En su juventud, Evangelina emigró a Culiacán en busca de una mejor calidad de vida, decidida a forjar su camino lejos de su tierra natal. Durante varios años, trabajó en el Mercado Izabal y en la famosa "Central Vieja".

“Era la que anunciaba la salida de los camiones. Fue una etapa muy bonita de mi vida”, recordó con cariño, dejando entrever la gratitud y el afecto que guarda por aquellos años de esfuerzo y recuerdos entrañables.

A pesar de sus sueños de juventud, su vida dio un giro cuando se casó y dedicó su tiempo a criar a sus hijos, a quienes describe como su mayor orgullo y su motor para seguir adelante.

“Estoy muy orgullosa de mis hijos, mis nietos. Agradezco que siempre estén conmigo”, dijo con una sonrisa llena de emoción.

El día de su coronación fue un momento mágico. Eva I brilló con una felicidad genuina, no solo por los adornos, sino por el cariño sincero que recibió de sus compañeras, amigas y, especialmente, de su familia.

A sus 70 años, Eva no solo logró conquistar la corona, sino que con su determinación ha iluminado la vida de quienes la conocen, dejando una huella de luz y esperanza. Foto: Juan Madrigal

Sus tres hijos, Alberto, César y Eva, su nieta Ana Lucía y su hermana Rosa, su gran tesoro, la acompañaron con orgullo, llenando el ambiente de abrazos, sonrisas y palabras de amor.

Hace más de 15 años, Evangelina descubrió una gran pasión: su amor por el CDI No. 2. Desde entonces, asiste con entusiasmo a cursos y talleres como danza y yoga, disfrutando de momentos inolvidables que enriquecen su vida y bienestar.

“Me entusiasma asistir al CDI. He tomado varias clases como danza, pero ahora asisto a yoga porque me ayuda con mi bienestar físico, mental y emocional. Invito a las y los adultos mayores a que se den la oportunidad de asistir, porque aquí encuentran una excelente opción para su bienestar integral”, expresó con entusiasmo la carismática mujer.

Evangelina Araujo Izaguirre con su fuerza y gratitud, demuestra que los sueños no tienen límites ni fecha de vencimiento. Su vida nos enseña que nunca es tarde para tomar las riendas de nuestra historia y hacerla brillar.

Acompañada de sus tres hijos, Alberto, César y Eva, su nieta Ana Lucía y su hermana Rosa, disfrutó de un momento entrañable, rodeada de abrazos, sonrisas y palabras de amor. Foto: Juan Madrigal

Ser reina no es solo portar una corona, sino reflejar la nobleza y la grandeza de un corazón que se entrega al mundo con amor. Eva I sigue siendo una fuente de inspiración para quienes creen que, con valentía y pasión, todo es posible, sin importar la edad.