María Ofelia Covarrubias Valenzuela dedicó su vida a enseñar con entrega, formar a sus hijos con valores y dejar una huella imborrable en Navolato
Ella no necesitaba gritar para que le hicieran caso. Siempre dijo que cuando enseñas con amor, el alumno te escucha y te respeta. Así recuerda doña María Ofelia Covarrubias Valenzuela su paso por las aulas, aunque ya pasaron muchos años desde aquellos días.
Nacida en Río Viejo, Navolato, fue la hija mayor de ocho hermanos. Creció con responsabilidades desde muy joven, lo que forjó su carácter fuerte y su espíritu trabajador.
Amor por la docencia
A los 16 años ya estaba frente a grupo en comunidades rurales como Cofradía de la Loma, Caimancito, Bariometo, Bachimeto y Colonia Hidalgo. Ella misma lo cuenta con orgullo: “Desde jovencita me gustaba enseñar, aunque no fuera fácil. A veces no había ni gis… pero siempre había ganas”, dice para Tus Buenas Noticias.
A sus 21 años encontró el amor verdadero y formó una gran familia con don Jorge Rodelo Pacheco. Juntos criaron a ocho hijos, a quienes educó con los mismos valores que inculcaba en sus alumnos: responsabilidad, respeto y amor por el trabajo.
“A todos les dije que no hay límites cuando uno quiere salir adelante. Y lo siguen repitiendo mis nietos y bisnietos”, comenta, mientras su mirada se llena de ternura.
Superar retos es parte de su vida
Pero la vida también le puso retos. Tras la muerte de su esposo, María Ofelia no se detuvo. Trabajó como maestra, pero además incursionó en el comercio.
Fue pionera en la venta de joyería de oro en Navolato durante los años 80, y era común verla recorrer las calles en su carro con cajas en la cajuela y la mirada decidida. “Yo sabía que mis hijos me necesitaban. No había tiempo para lamentarse, había que salir a luchar”.
Enseñó a personas de todas las edades
La lucha nunca fue excusa para quedarse en casa. En 1985 enseñó a adultos mayores en programas del INEA, y ya jubilada, siguió activa en caminatas de maestros, ganando cinco trofeos en 2001.
A los 60 años comenzó clases de yoga en el Seguro Social de Navolato, donde fue constante durante más de una década. También participó en talleres de manualidades, cocina y hasta política.
“Siempre me ha gustado aprender cosas nuevas y mantenerme ocupada. No me gusta estar sin hacer nada, la vida es muy bonita como para desperdiciarla sentada”, dice entre risas.
En 2015, su energía y carisma la llevaron a ser coronada Reina del Carnaval del DIF Navolato, robando miradas durante el desfile. Y para sorpresa de muchos, en 2010 fue electa Comisaria Ejidal de su pueblo, Río Viejo.
En 2020 donó parte de su terreno para instalar una bomba de agua que mejoró el sistema de drenaje de la comunidad. “No me cuesta compartir si eso ayuda a otros”, asegura con firmeza.
Celebra cada día de su vida
Hoy, sus días favoritos son los que puede bailar al ritmo de la banda, rodeada de sus hijos, sus 17 nietos y 9 bisnietos. Le encanta celebrar sus cumpleaños con música en vivo y contar historias de su vida que siguen inspirando a quienes la rodean.
Y aunque ya no esté en las aulas, quienes fueron sus alumnos aún la recuerdan con cariño.
“Ella fue más que una maestra. Fue como una segunda madre para muchos de nosotros”, dice uno de sus exalumnos de la Cofradía de la Loma.
Porque la señorita Ofelia Covarrubias no solo enseñó a leer y escribir… enseñó a vivir con dignidad, a luchar con fuerza y a nunca rendirse.
Y como diría ella misma, con esa sonrisa que no se le quita ni con los años:
“El que quiere, puede. No hay más".
Porque hay personas que no necesitan estar presentes todos los días para seguir dejando huella. Y la señorita Ofelia Covarrubias, sin duda, es una de ellas.