Debajo de la sombra de un árbol en Navolato, Noelia levanta su negocio con la venta de snacks

Desde hace cuatro años, atiende su negocio de raspados, diablitos y chimichangas en la colonia Ejidal.

Por: Jacqueline Sánchez Osuna

A simple vista, es solo un puesto modesto con una sombrilla, una mesa y hielera. Pero si uno se detiene, encontrará más que raspados, diablitos y chimichangas: ahí está Noelia Rentería, una mujer de 53 años que ha hecho de ese espacio su forma de vivir… y de resistir.

Un negocio a base del esfuerzo

Con la venta de sus snacks, Noelia sale adelante en Navolato.

Instalada en la intersección de las calles Emiliano Zapata y 16 de Septiembre, en la colonia Ejidal de Navolato, Noelia atiende a diario su negocio llamado “Snacks Regina”, un nombre sencillo que, como ella dice, “lleva lo que soy”.

“Este negocio lo inicié hace cuatro años. Ya tenía toda la vida trabajando, pero aquí me asenté porque se me facilitó tratar con la gente. Me gusta conocer personas nuevas, platicar y servirles algo rico”, cuenta para Tus Buenas Noticias mientras prepara un diablito con hielito raspado, chamoy y sonrisas.

Noelia es madre soltera de dos hijos: Arturo, de 33 años, y Sanely, de 25. Toda su vida ha trabajado, en lo que haya, en lo que salga. Pero encontró en este negocio de snacks no solo una fuente de ingresos, sino un espacio de conexión con la gente.

La venta de snacks le ha dado sustento

Con dedicación Noelia prepara cada raspado y le pone un toque especial para sus clientes.

“Con lo que vendo aquí saco para mis gastos, y para seguir apoyando a mis hijos. Ellos ya están grandes, pero uno como madre nunca deja de cuidar”, comenta con orgullo.

A la sombra de un árbol, el mismo árbol que la protege del sol, ha visto pasar los días, a los vecinos, a los niños crecer y a los clientes volverse amigos.

Muchos ya no le preguntan qué hay, simplemente llegan a pedir “lo de siempre”.

Antojitos para deleitar el paladar

Los raspados son los más pedidos por los clientes de Noelia.

Los favoritos del menú son los raspados de sabores tradicionales, los diablitos bien preparados con chile y tamarindo, y las chimichangas doraditas que hacen honor a lo casero.

“Aquí todo lo hago con gusto. No es una gran cocina, pero todo es limpio, sabroso y con cariño”, dice Noelia, mientras acomoda las salsas y las botellas de chamoy.

Noelia no tiene un local de lujo ni un gran toldo con luces. Pero tiene lo que muchos negocios no: constancia, humildad y una clientela que vuelve porque sabe que detrás de cada snack hay una historia de lucha.

“Soy una mujer trabajadora, y no me rindo. Este es mi modo de vivir y aquí estaré mientras Dios me dé fuerzas”, afirma con una sonrisa que se mezcla entre el ruido del hielo y el aroma de las chimichangas.