Dora y Candelaria, consuegras y emprendedoras, cocinan burritos y guisos con sazón campirana en Loma de Rodriguera, al norte de Culiacán
Por: Francisco Castro
A orillas de la prolongación Obregón, a la altura del CECyTE de Loma de Rodriguera, dos mujeres transforman cada día una pequeña esquina en un punto de encuentro para el buen comer.
Dora Amador y Candelaria Alarcón Valles son consuegras, pero también socias, cómplices y cocineras apasionadas que desde hace cinco meses venden burritos, guisos y tortillas hechas a mano con la sazón campirana de una hornilla atizada con leña.
Dora y Candelaria, consuegras y socias
Dora, de 56 años, es originaria de la sindicatura de Tepuche. Durante años vendió comida en su rancho, pero la situación de seguridad la llevó a dejar aquel lugar y buscar una alternativa más tranquila en la ciudad.
Fue ella quien convenció a su consuegra Candelaria, de 52 años, para sumarse a esta nueva etapa.
"Le dije que nos pusiéramos juntas, y así nació el negocio", cuenta entre risas para Tus Buenas Noticias.
Candelaria, nacida en La Soledad, Tamazula, llegó hace tres décadas a Culiacán. Recientemente, decidió emprender cuando la salud de su madre empeoró. La venta de comida le permite trabajar cerca de casa y hacer pausas para ir a cuidarla. "Este negocio me da flexibilidad, y eso no tiene precio", asegura.
El menú es muy variado
La oferta de Dora Amador y Candelaria Amador es variada y sabrosa:
- Frijoles puercos
- Machaca con papas
- Gorditas con chilorio
- Tacos de guisos
- Pozole para los más exigentes, y
- Tortillas recién hechas: a 2 pesos las de maíz y a 3 las de harina
- Burritos: sin importar el guiso, se venden a solo 20 pesos.
Con dos hornillas de tambo, una mesa de madera y un par de sillas, montan su cocina al aire libre todos los días, excepto martes, de 6:00 a 13:00 horas y de 16:00 a 22:00.
El calor del fogón se mezcla con la calidez de su trato, y los clientes —vecinos, trabajadores y curiosos— regresan por el sabor, pero también por el ambiente familiar.
Dora y Candelaria no solo comparten una nieta, también un proyecto que crece con esfuerzo y cariño. Su historia demuestra que la unión, el ingenio y la sazón pueden abrir nuevas rutas, incluso en tiempos difíciles.