Horacio Tirado, ingeniero estructurista en Culiacán, equilibra su vida entre planos y donas con su negocio familiar: Donas La Comadre
Por: Francisco Castro
En la colonia Lombardo Toledano, por la avenida Álvaro Obregón y a media cuadra de la Unidad Deportiva, el aroma a donas recién hechas despierta el barrio desde las seis de la mañana, se trata de Donas La Comadre.
Detrás de ese negocio está Horacio Tirado, un joven de 30 años que además de hornear donas, también construye estructuras, sueños y un legado familiar que ha aprendido a equilibrar entre la ingeniería y el comercio.
Horacio, un ingeniero estructurista
Horacio es ingeniero civil con maestría en ingeniería estructural. Egresado brillante y con proyectos que llegan hasta Guadalajara, ejerce su profesión por las tardes con precisión numérica. Pero por las mañanas, entre la harina y el aceite caliente, es también comerciante.
Su negocio, Donas La Comadre, surgió en octubre de 2024 como una respuesta creativa a la temporada baja del emprendimiento familiar: una tradicional nevería conocida en el centro de la ciudad como La Corita, famosa por sus bolis, paletas y nieves, productos que sufren en popularidad cada vez que baja la temperatura.
“Con el frío bajan las ventas, así que decidimos iniciar con las donas para mantener el flujo”, explica Horacio, quien heredó la vena comercial de su padre, Lorenzo Tirado, un nayarita de 63 años conocido por su simpatía y su presencia constante en el centro de Culiacán.
El comercio brinda estabilidad
A pesar de su formación académica, Horacio reconoce que, hoy por hoy, el comercio le ofrece una estabilidad económica más tangible. “A veces, trabajando un poco menos ganas más. La formalidad te descuenta mucho y se vuelve difícil sostenerte solo con eso”, dice con la claridad de quien ha probado ambas caras de la moneda.
El negocio, ubicado por la Obregón, entre Profesor Antonio Serrano y Callejón 13, en la colonia Lombardo Toledano, abre de 6:00 a 13:00 horas, aunque Horacio permanece solo por la mañana.
“Tengo un empleado que cubre el resto del día, y yo uso la tarde para mis proyectos de ingeniería”, comenta. Este ritmo le permite no solo diversificar sus ingresos, sino también mantener el equilibrio entre sus dos pasiones: construir y servir.
Una familia de profesionistas
La historia de Horacio también es la de una familia que valora la educación. Él es el tercero de cuatro hermanos, todos profesionistas: un dentista, otro ingeniero civil y una biotecnóloga.
Donas azucaradas, glaseadas, con chocolate, rellenas de vainilla o cajeta: en cada pieza hay una mezcla de tradición, visión empresarial y resiliencia. Y si bien Horacio planea expandirse con pan y churros en el futuro, sabe que todo es paso a paso.
“Voy invirtiendo poco a poco. No quiero hacer demasiado de golpe. Ya llegará su momento”, asegura.
Horacio es ejemplo de cómo los caminos profesionales no siempre son lineales. Su historia no solo habla de superación, sino también de creatividad para adaptarse, y del valor de mantener vivos los lazos familiares mientras se avanza, literalmente, construyendo el futuro desde dos frentes.