2020-06-26

Vacuna para el Coronavirus, ¿pero contra el homicidio cuándo?

Columna: Reflexiones de un aspirante a buen vecino. Por Miguel Calderón.

Columna: Reflexiones de un aspirante a buen vecino. Por Miguel Calderón.

El día de ayer aquí en nuestro municipio de Culiacán hubo sustancialmente más muertes por violencia que por coronavirus. En el reporte de la Secretaría de Salud se informó que tuvimos 4 decesos en Culiacán por causa del COVID19. En el lapso de las 24 horas del 25 de junio los medios locales comunicaron que 17 seres humanos fueron abatidos.

El impacto de la enfermedad ha saturado hospitales, ha inhibido la economía y ha estresado a familias enteras. El elevado número de asesinatos ha colocado a la capital del estado en la lista de las ciudades más violentas del mundo y también ha enlutado a la Ciudad, además de contraer inversiones que detonen empleos en mayor cantidad y calidad.

El síndrome respiratorio agudo o SARS COV2 tendrá su disminución estadística, y quizás su erradicación, en una vacuna que estará distribuyéndose masivamente en el futuro. ¿Las muertes por homicidio podrían tener su fin o contracción en algún tipo medicina?.

Yury Fedotov anunció hace casi un año la publicación de un estudio acerca del fenómeno del homicidio en el mundo. Yury es el director de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

En esta recopilación de datos oficiales y de propuestas para poner en práctica políticas públicas que disminuyan este fenómeno de horror, se registra que la población que está en más riesgo son los jóvenes del genero masculino. Las 17 víctimas de homicidios en el centro de Sinaloa ayer fueron registradas como hombres por los medios masivos de información y muy posiblemente menores de 29 años la mayoría.

Este mismo documento registra como posibles causas de esta incidencia la disposición muy alta de armas de fuego, la proliferación de las pandillas y los grupos del crimen organizado, la erosión del estado de derecho y la cobertura educativa. Se dice que en una investigación en Latinoamérica se comprobó que el aumento en el número de graduados de la escuela secundaria ayudó a reducir en 2 puntos porcentuales la tasa de homicidio.

Cansado de ver tanta tragedia, Gary Slutkin se tomó un descanso hace poco más de 20 años. Él trabajaba como médico voluntario para contener el cólera, la tuberculosis y el SIDA en África. Al poco tiempo de su retiro temporal, al leer noticias y conversar con sus amigos, cayó en cuenta que los jóvenes de los suburbios de Chicago, su lugar de residencia, se estaban matando entre sí.

En este contexto es que le surgió una inquietud que se convirtió en hipótesis y al paso del tiempo en una metodología que se aplica en varias ciudades del mundo: tratar a violencia desde el enfoque epidemiológico, como una enfermedad.

Los principales encabezados noticiosos seguirán ganándolas las novedades vinculadas al coronavirus. Sin embargo, en algún momento, controlada esta dinámica y con el avance de la ciencia, será tema de libros científicos y de historia.

¿Qué tendría que pasar para que este pronóstico también aplique para los hechos cargados de violencia? No lo sé con certeza, pero quizás y sí ponemos atención a la propuesta de Slutkin algo pudiera cambiar. Los tres pasos que ayudan a disminuir los lamentables homicidios, de acuerdo con Gary, son: interrumpir la transmisión de la violencia; reducir el riesgo y cambiar las normas comunitarias.

Frente a las escenas registradas ayer en Tepuche, dan ganas de pedirle a algún Centro de Investigación que nos ayude a buscar una vacuna contra la violencia. Los familiares de todas las víctimas de Bagrecitos y del resto de Culiacán posiblemente apoyarían una idea como esta. No importa que llegue poquito después que la del coronavirus, pero que llegue.

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