Bienvenidos nuestros migrantes del campo
Casi 3 millones de toneladas de hortalizas en Villa Juárez fueron cosechas por migrantes en 2017.
Unas 25 mil personas llegan entregando su fuerza a los campos de Villa Juárez.
La cita se cumplió, noviembre es el mes determinante en que llegan los migrantes del campo a Villa Juárez. Cumplen su ciclo anual trayendo sus familias, su fuerza de trabajo, la energía que mueve las exportaciones de hortalizas y dinamiza la economía local de Villa Juárez. Bienvenidos.
Son nuestros migrantes rurales de poblaciones marginadas de México, con ellos vienen las culturas Mixtecas, Zapotecas, Tlapanecas, Triquis, Nahuas, Tzotziles, Tarascos, entre otras etnias de los estados de Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Durango, Zacatecas y Chihuahua, principalmente. Son la esencia de nuestra herencia cultural.
Su llegada obedece a que en sus lugares de origen no existen oportunidades de trabajo continuo, ni la remuneración económica al nivel de competencia que alcanzan aquí. Los trabajadores son esenciales para darle vida a los campos agrícolas. Por los jornaleros se inicia el trabajo de preparación de los cultivos, los cortes de hortaliza y en consecuencia las exportaciones.
Ellos son la oferta de trabajo para los agricultores, y a su vez los agricultores son (con todos sus asegunes) la oferta económica para sus familias. Juntos, jornaleros y agricultores, en el año 2017 fueron capaces de producir en Sinaloa más de 2 millones 900 mil toneladas de hortalizas.
Sumando los residentes y los 20 a 25 mil migrantes, Villa Juárez acumula una población estimada de 50 a 60 mil personas. Es equivalente a la misma población que tiene la ciudad de Navolato, pero magnificando los problemas de salud y convivencia derivado del hacinamiento en “cuarterías” y el reducido espacio habitable. Con ellos vuelve la vida al comercio local.
Noviembre es el mes de esperanza para los jornaleros y trabajadores del campo. Noviembre es el mes de entusiasmo y forcejeo de los agricultores del Valle de Culiacán.
Cuando la temporada hortícola vive su florecimiento, sólo cabe decir: ¡Bienvenidos los migrantes!.