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Feliberto Rochín trajo a Villa Juárez la alegría de San Ignacio, Sinaloa

Desde la madrugada es jornalero agrícola, pero sacando la “tarea” se va a ensayar con su guitarra, porque la cantada le dará un segundo turno.

30 marzo, 2022
Feliberto Rochín trajo a Villa Juárez la alegría de San Ignacio, Sinaloa
Feliberto Rochín trajo a Villa Juárez la alegría de San Ignacio, Sinaloa

Desde la madrugada es jornalero agrícola, pero sacando la “tarea” se va a ensayar con su guitarra, porque la cantada le dará un segundo turno.

Feliberto Rochín Vega no puede olvidarse de su pueblito El Platanar, del Municipio de San Ignacio, de allá trajo a Villa Juárez la alegría con la música que saca de su guitarra. Así cumple su sueño de niño, de un día poder tocar ese instrumento y desgranar una canción ranchera.

 

En la sierra de San Ignacio escasea el empleo. Desde hace décadas Feliberto Rochín se vino con su mamá Agustina Vega Millán a buscar ganarle unos pesos a la vida, porque en Villa Juárez siempre sobra trabajo en el cultivo de hortalizas.

 

Feliberto Rochín trajo a Villa Juárez la alegría de San Ignacio, Sinaloa

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“Y realmente nos venimos a trabajar a los campos porque aquí está la fuente de trabajo. Tenemos que trabajar todos los días para poder sobrevivir, porque tenemos que “botanear” y echarle ganas”, dice con entusiasmo.

Sentado en una de las bancas nuevas de la plazuela, le rasca a la guitarra ajustando unos acordes. Está ensayando una canción con su amigo Martín de Acapulco que toca el requinto, juntos quieren ampliar el nuevo repertorio. Le gusta hacerlo en la plazuela porque las personas escuchan el sonido y la voz, y se acercan para ver de qué se trata.

Feliberto Rochín trajo a Villa Juárez la alegría de San Ignacio, Sinaloa

Desde la madrugada ya se ha ido al campo y ha sacado una jornada en el corte de hortalizas. Y luego se va a la plazuela, donde los curiosos se entusiasman y de vez en cuando le piden una tocada, con oportunidad de sacar un segundo turno, pero ahora en lo que le gusta.

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Cuenta que de niño en su pueblo siempre le pidió a sus padres que le compraran una guitarrita. Quería aprender a tocar, pero la crisis de aquel lugar sólo le daba notas amargas.

“En mis tiempos yo quería tener una guitarrita, y realmente pues no había nadie quien me diera una guitarra. Mis padres no podían. Una guitarrita sencilla para enseñarme. Y pues ahora de grande, como a los 38 años, comencé a tocar la guitarra entre amigos, entre camaradas que estamos así. Y ya nos dicen… Eeey, que onda, una rolita”.

Hay días que no gana nada en la tocada, pero sigue ensayando. “Porque es para estar preparados, le dedicas tiempo, preparación y ya cuando tienes un repertorio ya estás preparado para ir a tocar a donde te contraten”. Así toca mañanitas, serenatas, convivios informales o donde lo lleven. “A veces nomás gana uno para las cocas, pero con lo que gana uno en el corte de tomate y de pepino ya la hace uno para comer”.

En la plazuela de Villa Juárez suena la guitarra de Feliberto Rochín Vega, con su entusiasmo y voz rural, trae la alegría de San Ignacio.

 


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