Un comedor que sirve dignidad

Cada mañana, mientras Culiacán apenas comienza a despertar, un equipo de héroes sin capa ya está en marcha desde las 6:30 a.m. En la cocina de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, el ruido de las ollas y el aroma a café recién hecho anuncian que el milagro diario está por comenzar.

Aquí se cocinan mucho más que huevos, frijoles y tortillas; se cocina esperanza y comunidad.

Un Desayunador Digno y Humano

El libro "Los Invisibles" documenta la inmensa labor logística y humana de este desayunador, que atiende a 200 personas diariamente, entre migrantes de paso e indigentes locales. Pero lo verdaderamente positivo aquí no es solo la cifra, sino la calidad humana del servicio.

El lema parece ser: no dar lo que sobra, sino compartir lo mejor. Cada "invisible" es recibido como un comensal digno, con nombre y rostro.

A pesar de las historias duras de adicciones o abandonos familiares que narra el libro (como las de Raúl, quien perdió a su madre de niño, o José Luis, lejos de su familia en Durango), el enfoque del lugar es de acogida incondicional.

Es un espacio seguro donde se recupera, aunque sea por una hora, la identidad perdida en las calles.

Excepciones a las Reglas

Incluso las reglas del lugar, como "una ración por persona" o "no hay comida para llevar", buscan fomentar el orden y el respeto mutuo, aunque siempre hay espacio para la misericordia excepcional. Un ejemplo conmovedor es el de Angely y José, una pareja de migrantes hondureños.

Cuando José se lesionó el tobillo al bajar del tren y no podía caminar, el comedor hizo una excepción a la regla, permitiendo que Angely le llevara el desayuno a las vías del tren. Estas pequeñas flexibilidades demuestran que la norma está al servicio del ser humano, y no al revés.

Este esfuerzo colectivo demuestra que la sociedad de Culiacán es, en esencia, buena y generosa. Los migrantes mismos, que han recorrido todo el país, lo confirman con una frase que llena de orgullo: "La gente de aquí es buena, aquí sí ayudan, no como en otros lugares".

El impacto del desayunador en la comunidad de Culiacán

• La generosidad organizada funciona y transforma el entorno. La comunidad responde positivamente cuando hay un liderazgo claro, transparente y humano (en este caso, la Pastoral Social y sus voluntarios).
• "La fe sin obras está muerta" (Santiago 2, 17). El verdadero impacto social no viene sólo de las buenas intenciones, sino de la acción constante y disciplinada. Servir 200 desayunos diarios requiere constancia, no solo emoción.
• Es vital superar el egocentrismo. El texto nos advierte que el mayor riesgo moderno es que nuestro "centro gravitacional" sea el propio yo. Al mirar a los "invisibles" y atenderlos con amor, estamos ampliando nuestra visión y descubriendo, desde la fe, el rostro de Dios en el prójimo.