Fe, esperanza y sanación el “Padre Jeringas” toca corazones en Culiacán
El Presbítero Héctor Orozco Gutiérrez, conocido como el “Padre Jeringas”, recorre templos de Culiacán llevando misas de sanación que llenan de fe, consuelo y esperanza a cientos de creyentes


Culiacán, Sinaloa. - En un ambiente lleno de fe, esperanza y profunda paz espiritual, el Presbítero Héctor Orozco Gutiérrez, conocido cariñosamente como el “Padre Jeringas”, ha recorrido distintos templos de Culiacán para presidir misas de sanación, que en cada comunidad se viven como un encuentro con lo divino.

El “Padre Jeringas” llena templos en Culiacán con misas de fe y sanación
Desde el pasado fin de semana, los templos donde oficia se llenan mucho antes del mediodía. Familias enteras, adultos mayores, jóvenes y niños llegan con el corazón dispuesto, buscando no solo la curación del cuerpo, sino también la sanación del alma y el fortalecimiento de la fe.
Durante las misas, el “Padre Jeringas” invita con dulzura y firmeza a los asistentes a confiar en Dios, perdonar, dejar atrás el miedo y abrir el corazón al amor sanador de Cristo. “Es un hombre entregado a Dios y a sus fieles. Un verdadero santo”, expresan los feligreses con emoción.

El viernes 11 de octubre, el Padre Orozco ofició misa en la iglesia San Rafael, en la colonia Tierra Blanca; el sábado 12, en la parroquia San Pío, en la colonia Progreso; y el domingo 13, en el templo San Juan Bosco y Santa Juana de Lestonnac, en la colonia Guadalupe Victoria. En cada sitio, el templo se llenó por completo y la celebración se prolongó por más de dos horas.
Entre oraciones, lágrimas y cantos, se escuchaban peticiones por salud, reconciliación y paz.
“Soy creyente del don de sanación del Padre Jeringas, y así como yo somos muchos los que lo seguimos con fe. Ha logrado cautivar los corazones de miles”, compartió Amalia López, de 70 años.
Durante la misa, el momento más esperado llega cuando el Padre impone sus manos sobre la cabeza de cada asistente. Con serenidad, bendice uno a uno, transmitiendo una sensación de consuelo, paz y alivio profundo.
“Fue una misa preciosa, de sanación y liberación. Quien tenga la oportunidad de asistir, que no lo dude, no se va a arrepentir”, expresó Lupita Martínez, al salir del templo que se ubica en la colonia Guadalupe Victoria.
En cada encuentro, el sacerdote dedica oraciones especiales por los enfermos, por quienes atraviesan momentos difíciles y por la paz de Culiacán y del mundo entero.
“Señor, te pido sanación por todos los niños enfermos de cáncer y por la paz, no solo de Culiacán, sino de todos los pueblos que sufren violencia, muerte y miedo”, pidió Carmen Lizárraga.

Además del don de sanación, muchos le atribuyen el don de la bilocación, al asegurar que ha sido visto en distintos lugares al mismo tiempo. Ante estas historias, el Padre responde con humildad: “Estoy donde Dios quiere que esté.”
Este martes 14 de octubre, el Padre Orozco celebró misa de sanación en el templo El Buen Pastor, en la colonia Infonavit Humaya, y mañana miércoles 15 lo hará en la Capellanía San Gabriel, en la colonia Gabriel Leyva, a las 12:00 p.m.
¿Por qué se le conoce como el "Padre Jeringas”?
Nacido en León, Guanajuato, el 25 de enero de 1942, Héctor Orozco Gutiérrez descubrió su vocación a los once años, cuando ingresó al seminario. Desde joven visitaba hospitales y asilos para llevar consuelo a quienes más lo necesitaban.
Su apodo nació de una anécdota que refleja su ternura: al no permitirle los doctores entrar a los cuneros, usaba una jeringa sin aguja llena de agua bendita para bendecir a los recién nacidos. Desde entonces, con cariño y respeto, se le conoce como el “Padre Jeringas”.
Hoy, a sus más de ochenta años, continúa recorriendo comunidades, imponiendo manos, orando por los enfermos y recordando que la fe es el camino más poderoso hacia la sanación y la paz interior.
En tiempos donde el miedo y la violencia parecen oscurecer los días, las misas del “Padre Jeringas” se han convertido en una luz de fe. Su presencia inspira a miles a reencontrarse con Dios, sanar el alma y creer nuevamente en el poder del amor divino.

Cada misa que celebra el "Padre Jeringas" deja una huella de esperanza. En su mirada se refleja la serenidad de quien ha entregado su vida por completo al servicio de Dios, y en sus manos, la fe de un pueblo que sigue creyendo en los milagros.
Mientras su voz resuena entre los muros de los templos y los corazones se abren al perdón y la gratitud, Culiacán se llena de una paz que va más allá de lo visible: una paz que sana, que reconcilia y que renueva la fe de quienes lo escuchan.
Porque más allá de los dones que muchos le atribuyen, el verdadero milagro del “Padre Jeringas” es su capacidad de recordar que Dios habita en cada corazón dispuesto a amar, perdonar y confiar.