Honran a San Juan Bautista en la colonia Esperanza: un canto de fe, unidad y anhelo de paz para Culiacán
Entre rezos y sonrisas, la comunidad del templo en bulevar Agricultores se unió con fervor y alegría, sembrando luz y esperanza en medio de la adversidad


Culiacán, Sinaloa.- En un ambiente de alegría, devoción y compromiso comunitario, habitantes de la colonia Esperanza y zonas vecinas se reunieron con entusiasmo para honrar a San Juan Bautista.
Devoción, cultura y esperanza en Culiacán
Esta celebración, que va mucho más allá del fervor religioso, se transformó en un poderoso espacio de encuentro, de reconstrucción del tejido social y de un deseo compartido que resonó en cada rincón: la paz para Culiacán y la llegada de las lluvias para aliviar la intensa sequía que afecta a la región.

¡Recibe las últimas noticias!
Desde muy temprano, el 24 de junio cobró vida con una gran participación y devoción de decenas de feligreses.
El rezo del Rosario, las mañanitas acompañadas por un mariachi lleno de sentimiento, y el tradicional “baño” del santo marcaron el inicio de una jornada que, además de renovar las creencias, sirvió como súplica comunitaria por la lluvia y el agua, tan necesaria para el campo y la vida cotidiana.
La fiesta adquirió un significado aún más emotivo al coincidir con el cumpleaños del padre Juan José Cuevas Espinoza, quien también celebró 35 años de servicio sacerdotal. La comunidad lo felicitó con calidez y admiración, reconociendo en él a un sembrador incansable de paz, esperanza y guía espiritual en medio de realidades complejas.

Durante el día, la tradicional kermés fue punto de encuentro para familias enteras, que disfrutaron de antojitos mexicanos, aguas frescas, golosinas y postres. Todo lo recaudado será destinado al mantenimiento de la capilla, reforzando así el carácter solidario de esta fiesta con causa, donde la espiritualidad y la acción comunitaria se dan la mano.
Uno de los momentos más emotivos fue la misa solemne, oficiada por el propio sacerdote Juan José. Durante la ceremonia se elevaron oraciones por la paz en Culiacán. Cada plegaria, cada palabra pronunciada, fue reflejo de un anhelo colectivo: vivir en un entorno seguro, justo y lleno de armonía.
El ambiente de alegría siguió creciendo con un emocionante encuentro artístico y cultural lleno de color y sonrisas.

La carismática payasita Fify arrancó risas de grandes y chicos mientras repartía regalos a las niñas y niños. Destacaron las talentosas niñas del grupo de jazz y las dinámicas participantes de los grupos de zumba de la Unidad DIF 5 de Febrero.
Además, las instructoras de zumba, Sonia María Romero Miramontes y Jazmín Lucero Silva, junto a sus alumnas, llenaron el escenario de energía y entusiasmo contagioso.
La música en vivo estuvo a cargo de las agrupaciones Dinastía NS y Las Sombras de Culiacán, que pusieron a cantar y bailar al público de todas las edades. El maestro Humberto Martínez y su grupo de danza folclórica de Tacuichamona cerraron la parte cultural con estampas llenas de tradición y orgullo.

Como gran cierre, la tradicional quema del castillo iluminó el cielo y los corazones de todos los presentes. Entre chispas de colores, luces y aplausos, se encendió simbólicamente la esperanza de una comunidad que, aún en medio de la adversidad, no deja de soñar con un mañana mejor.
Los asistentes agradecieron a quienes organizaron esta fiesta que sembró alegría donde muchas veces sólo hay incertidumbre.
“En un sector donde a veces se escucha más el estruendo del miedo que la risa, hoy volvimos a sentir que somos comunidad, que tenemos fe, que no todo está perdido”, expresó conmovida la vecina Gloria González.
Las fiestas patronales de San Juan Bautista no solo mantuvieron viva una hermosa tradición: fueron un abrazo colectivo al alma de un pueblo que, a pesar de todo, se niega a rendirse.
Una fiesta que renueva la fe y fortalece la unión
En cada canto, en cada oración, en cada niño que reía, floreció la certeza de que el amor puede más que el miedo y que la fe compartida es capaz de mover montañas.

Porque cuando una comunidad se une y los corazones laten al unísono por la paz, la justicia y la esperanza, hasta los barrios más heridos se iluminan.
Esa luz, nacida del amor, la solidaridad y el anhelo profundo de un futuro mejor, es la fuerza que impulsa a Culiacán a no solo resistir, sino a soñar, a cantar, a levantarse y a renacer con la fe inquebrantable en el milagro de su gente.