Las 7 cosas que eliminé y que cambiaron mi vida
Eliminando estas cosas cambiará por completo tu vida


Las pequeñas cosas tienen un gran impacto
No puedes ser astronauta, profesor y actor en una sola vida.
Debes elegir.
Hace unos años, decidí ser saludable, feliz y productivo, pero eso significó dejar ir cosas que me frenaban.
No siempre fue fácil, pero poco a poco comencé a ver resultados y ese fue todo el aliento que necesitaba.
A continuación, 7 de las cosas que eliminé para mejorar mi vida.
1. Tiempo muerto en la tecnología
Parece simple: encuentra las cosas que te quitan tiempo y energía y elimínalas.
Instagram, YouTube, TikTok, X, Netflix…
La lista es casi interminable.
Borra la aplicación y sigue con tu vida.
Pero no siempre es tan sencillo.
Cada plataforma ofrece un nivel de diversión, y algunas incluso las uso para trabajar.
Así que, aunque no puedo "borrarlas" y seguir adelante, he tenido que aprender a usarlas con más cuidado.
Solo veo Netflix una vez a la semana.
Tengo un límite en la cantidad de contenido de YouTube que consumo.
Dedico 10 minutos al día a las redes sociales para publicar contenido.
Luego cierro las aplicaciones hasta el día siguiente.
Esto me ayuda a no perder tiempo precioso viendo cosas que me aburren y no me ayudan.
En cambio, dedico este tiempo a escribir artículos, leer libros, aprender y estudiar.
2. Café a primera hora de la mañana
No me da miedo admitirlo: me encanta el café.
Me despierto con ganas de tomar mi primera taza.
Me encanta preparar mi cafetera, abrir el café, escuchar su burbujeo justo antes de servirlo y sentarme en mi jardín a escuchar a los pájaros mientras el sol se asoma por las montañas.
Es maravilloso.
Sin embargo, después de estudiar el sistema dopaminérgico, he aprendido a usar mi pasión por el café más a mi favor.
La dopamina es una de las mayores fuerzas motivadoras del cuerpo.
Es lo que nos entusiasma para completar las tareas y la sensación de satisfacción al terminarlas.
Sabiendo esto, ahora tomo mi café más tarde por la mañana para poder hacer cosas buenas para mi salud mental y física antes.
Ahora, al despertar, me siento a meditar, hago mi rutina diaria de respiración y me doy una ducha fría.
Solo cuando he terminado las 3 cosas me siento a disfrutar de mi café, y eso le da un sabor aún más dulce.
3. Azúcar
Crecí con azúcar.
Estaba en el pan blanco que comía.
En las alubias que mi madre solía comprar.
Y en los incontables chocolates, dulces, pasteles, tartas, algodón de azúcar y nubes que devoraba.
Sin embargo, a medida que fui creciendo, mis dientes no me acompañaban, mi intestino se inflamó, estaba harto de los picos y bajones de azúcar, y estaba aún más harto de tener antojos constantes.
Así que, después de que mi dentista me dijera que mi endodoncia se debía a mi consumo excesivo de azúcar, lo dejé de golpe y no he vuelto a mirar atrás.
Dejar el azúcar casi no tiene inconvenientes, salvo que es más difícil encontrar dulces más saludables.
Pero eso palidece en comparación con sentirme más feliz y saludable, así que he aprendido a aguantarlo.
4. Leer las noticias
Seamos sinceros, las noticias son deprimentes.
Las historias parecen volverse cada vez más extremas a medida que los medios de comunicación buscan más lectores.
Rara vez hay una historia inspiradora, porque el alarmismo y la ira venden mejor.
Leer este tipo de contenido a diario me hacía sentir bastante impotente.
A veces sentía ira, pero no tenía adónde dirigirla.
En otras ocasiones, me sentía triste, pero no tenía forma de evitarlo.
Así que dejé de consumirlo.
O mejor dicho, empecé a crear quién y cómo recibía las noticias.
Elegí a personas y canales específicos que me gustaban y en los que confiaba, y solo consumía su contenido.
Esto me hizo sentir menos furioso e impotente, y más inspirado y comprometido.
Eso marcó una gran diferencia en el día a día.
5. Despertarse con alarma
Tengo la suerte de ser mi propio jefe, establecer mi propio horario y no rendirle cuentas a nadie.
Es una de las ventajas de ser escritor a tiempo completo.
Desde el instituto, he soñado con no despertarme con alarma.
Y puedo asegurarles que es tan bueno como lo esperaba.
Quizás incluso mejor.
Ahora me despierto con el sol, duermo hasta tarde cuando quiero y permito que mis ciclos naturales de sueño se completen sin interrupciones.
6. Intentar ser perfecto
Una consecuencia inesperada de ser escritor a tiempo completo es que he tenido que liberarme de la idea de ser perfecto.
Escribir, por naturaleza, es imperfecto porque a una persona puede gustarle lo que escribo mientras que a otra puede odiarlo.
He tenido que hacer malabarismos con esta paradoja durante los últimos cinco años mientras me centraba en el proceso de desarrollo.
El desarrollo es un estado continuo.
La perfección es completa.
Así que, como sigo vivo, prefiero estar en un estado de desarrollo porque tengo espacio para aprender, crecer y evolucionar.
Y de eso se trata ser humano.
7. Posponer cosas por miedo
Otra consecuencia de ser escritor a tiempo completo es que no hay dónde esconderse.
Debo defender mis palabras y asumir el mérito y las críticas.
Me asusta que en cualquier momento puedan juzgarme, ridiculizarme o insultarme por compartir mis ideas, pensamientos y experiencias con el mundo.
Pero no me asusta lo suficiente como para esconderme y pasar desapercibido.
Mi misión es escribir y crear un mundo mejor.
Quiero conectar con la gente, aportar valor, aprender y crecer como persona y como escritor.
Para lograrlo, debo arriesgarme y exponerme.
Si no estás en el escenario recibiendo palizas de vez en cuando, no me interesa ni estoy abierto a tus comentarios.
Hoy en día, hay un millón de asientos baratos en el mundo llenos de personas que nunca serán valientes con sus propias vidas, sino que dedicarán toda su energía a lanzar consejos y juicios a quienes intentamos atrevernos a algo grande.
Sus únicas contribuciones son la crítica, el cinismo y el alarmismo.
Si críticas desde una posición donde no te estás arriesgando, no me interesan tus comentarios.