Tus Buenas Noticias
Síguenos

“El Guasón” le pone un dulce sabor a Navolato

Con nostalgia recuerda la Casita del Dulce, aquel lugar emblemático en el pueblo.

13 julio, 2022
“El Guasón” le pone un dulce sabor a Navolato

Para Pablo Vizcarra Chaidez hablar de Navolato es remover los sentimientos que le recuerdan sus orígenes, pertenencia y sus amores.

Con mucho orgullo reconoce haber nacido en el corazón de Navolato. Ahí en el Centro, detrás de la Casita de Dulce. Ese ícono navolatense fundada en 1931 por la señora Clementina Medina de Miller y que fuera el principal centro de actividades de la ciudad durante al menos 50 años.

Para muchas personas del Navolato del ayer, esos que recuerdan sus momentos de gloria siguen teniendo un “dulce” sabor de boca al recordar los momentos vividos en ese pujante lugar.

Ahí, Pablo, o mejor conocido por todos en el lugar como “El Guasón” creció de la mano de su nina Clemen, quien atendía ese que era el lugar de reuniones favorito de chicos y grandes.

Lee también: Con sus mariscos Chayito es una tradición en Navolato

“Ahí en la Casita de Dulce de mi nina Clemen vendían de todo. Pizza, raspados, nieves, chocomilk, esquimos, palomitas, dulces y todo lo que se pueda imaginar, era el lugar más visitado también había maquinitas y era un icono en Navolato. No hay nadie que no lo recuerde”, dice con orgullo, al reconocer que ahí es donde creció.

“El Guasón”, le agarró el amor al servicio al cliente precisamente en ese lugar. Ahí trabajó durante toda su juventud incluso después del fallecimiento de su nina Clemen cumplidos los 90 años.

 “Ese era el corazón de Navolato. Aquí llegaba toda la gente, los muchachos que salían de la escuela, las parejas de noviecitos y todos los chamacos de Navolato. Como era el paradero de camiones, con más razón se llenaba. Era una locura, pero trabajar ahí me dejaba muchas satisfacciones”, recuerda.

Lee también: Así fue como Juan Gabriel, Irma Serrano y otros artistas se presentaron en el Cine Royal en Navolato

Pablo, asegura que lo que mejor se vendía eran las tradicionales coyotas, los jamoncillos y los pays de “Jaime”, con su receta original francesa.

Con el paso del tiempo, y el cierre del establecimiento, “El Guasón”, se vio obligado a buscar otros caminos, por lo que decidió emprender su propio negocio de la venta de dulces. Buscando darle al pueblo un poquito de lo que la vida les había quitado. Ese dulce sabor de recuerdo.

Hace 25 años dejó aquel que llama “su lugar mágico”, para establecer un estanquillo ahí, justo a un lado del Teatro del Pueblo. A unos pasos de la Primaria Benito Juárez y a la orilla de la techumbre de las canchas de básquetbol.

Ahí, Pablo estableció su propio “lugar mágico”. Hasta donde lo ha seguido la tradición.

Aunque su estanquillo lleva por nombre “Estanquillo El Guasón”, para muchos es un pequeño homenaje a la Casita de Dulce.

Lee también: Las mejores carnitas de puerco las hace María Nela en Altata, Navolato

Ahí, vende los tradicionales jamoncillos, receta de su nina Clemen, las coyotas y los pays de piña y queso de receta francesa.

Refrescos, dulces, galletas, papas fritas, dulces y todo lo que deje un buen sabor de boca.

Es que aquellos recuerdos de antaño siguen vivos para él. Y también para muchos de los que acuden a su estanquillo a pasar horas de buena plática entre amigos, y a esperar a que pase el calorcito para seguir en las faenas del día.

“El Guasón”, es uno de los personajes más reconocidos en Navolato. Siempre con su gran sonrisa y actitud positiva, ve que la vida pasa lentamente mientras apoya a todos los que acuden a las canchas a jugar.

Él ya forma parte de la historia de muchas personas, quien con su amabilidad les saca una sonrisa o es motivo de alegrarles el día.

Pablo recuerda que hace algún tiempo, fue un destacado comerciante; cuando en Navolato no había tiendas de conveniencia y los estanquillos y mercados vivían sus mejores tiempos.

“Yo fui el distribuidor número 1 de una empresa refresquera aquí en Navolato. Pero no había competencia. Llegue a vender hasta cuatro camiones de refresco aquí”, dice con mucha honra mientras recuerda que todo su éxito radica en la atención que le brinda a la gente.

“Antes el negocio iba mejor. Pero no había tantos comercios como los hay ahora. Antes, si había una misa, la gente se venía aquí, los chamacos al salir de la escuela y la gente que salía acalorada del trabajo, o para pasar un rato. Eso era el Navolato de algún tiempo atrás”, señala.

Sin embargo, la vida ha sido gentil con él. En ese rinconcito mágico conoció a Rocío, su esposa con quien procreó a Lesly Paulina y Danna Paola. Su orgullo y la mayor de sus honras.

Su familia es ahora, la dicha que lo hace sonreír, cuando los recuerdos de aquella linda casita de dulce lo hacen seguir soñando y trabajando para llegar a ser quien le pone un dulce sabor a Navolato. La vida empresarial tiene sus altas pero en el  que fuera el municipio cañero la calidad humana prevalece.

 

Enlaces patrocinados