Philip Alpers, analista de políticas sobre los efectos de la violencia armada en la salud pública, la prevención de lesiones escribió para CNN un artículo sobre lo que hicieron al respecto cuando tres naciones que experimentaron tiroteos masivos.

Recientemente en Uvalde, Texas y Buffalo, Nueva York un adolescente entró a una escuela y empezó a disparar contra los alumnos y maestros, el resultado fue 19 personas sin vida, estos sucesos están ocurriendo con más frecuencia en Estados Unidos menciona Alpers.

El analista señala en su artículo que cada día los estadounidenses viven con mucho menos miedo a los disparos y ven un problema autoinfligido de Estados Unidos con las armas de fuego como un síntoma de una disfunción política paralizante. A medida que cada tiroteo eclipsa al anterior, a medida que el miedo y la ideología triunfan sobre la evidencia una vez más, es aterrador imaginar la escala, la pura enormidad del punto de inflexión que finalmente podría obligar a los políticos estadounidenses a enfrentar su responsabilidad colectiva y promulgar el cambio.

Mientras tantas otras naciones han actuado diferentes después de tiroteos masivos y han endurecido las restricciones sobre la posesión de armas que retrasaron o casi erradicaron tales masacres.

En comparación con los homicidios con armas de fuego que acaparan menos los titulares, que generalmente involucran a personas que se conocen, y mucho más que con los suicidios con armas de fuego, los tiroteos masivos son más fáciles de abordar.

Las armas preferidas de los asesinos múltiples, las armas de fuego de carga automática comercializadas originalmente por la industria de armas como 'rifles de asalto', junto con sus municiones y cargadores de alta capacidad, brindan un enfoque más efectivo que limitar todos los tipos de armas.

Dicho esto, es inútil sugerir que EE. UU. podría destruir armas de fuego semiautomáticas de disparo rápido como lo hizo Australia. Para igualar el tercio de las armas civiles enviadas a las fundiciones en los años posteriores a la reforma de la ley de armas de Australia, los estadounidenses tendrían que destruir hasta 130 millones de armas de fuego.

Philip Alpers señala que sería inútil sugerir que Estados Unidos podría destruir armas de fuego semiautomáticas de disparo rápido como lo hizo Australia. Para igualar el tercio de las armas civiles enviadas a las fundiciones en los años posteriores a la reforma de la ley de armas de Australia, los estadounidenses tendrían que destruir hasta 130 millones de armas de fuego.

Así es como tres naciones Australia, el Reino Unido y Nueva Zelanda endurecieron los controles de armas después de los tiroteos masivos para proteger la vida de sus habitantes. 

Con información de Philip Alper/CNN