Adri es la repostera de Culiacán que encontró en el estudio la clave para seguir creciendo
Beatriz Adriana Salazar Arizmendi, ha construido su negocio de pastelería y, al mismo tiempo, busca crecer profesionalmente.

En una pequeña cocina de una de las casas en los andadores de Barrancos, entre moldes, harina y la fragancia dulce del chocolate, Beatriz Adriana Salazar Arizmendi, o simplemente Adri, da forma a los pasteles que tantas clientas le encargan con entusiasmo.
Un ejemplo de emprendimiento y esfuerzo

A sus 32 años, no solo ha perfeccionado la repostería con esfuerzo y creatividad, sino que también ha encontrado en el estudio y el trabajo una ruta clara hacia un futuro mejor.
"Yo empecé vendiendo bollitos porque no teníamos ni para comer. Un día le dije a mis hijos: ‘Voy a hacer bollitos para vender’. Y así fue, mi cuñada me regaló su estufa y con eso me animé. Nos íbamos a una esquina en Chulavista a venderlos. La gente me decía que estaban muy buenos y que me animara a hacer pasteles", cuenta con ánimo Adri para Tus Buenas Noticias.
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Un emprendimiento con mucho esmero

Con lo poco que tenía, compró cuatro moldes desechables y comenzó a hornear en su casa. No había estudiado pastelería, pero tenía un don natural. "Sin duda, esto es lo mío", asegura con una voz cargada de entusiasmo.
Hoy, su repostería sigue creciendo. "Voy despacito y a mi ritmo, pero aquí voy", dice con orgullo.
Ya cuenta con su propia batidora industrial, que consiguió con ayuda de una clienta que viaja a Estados Unidos.
También tiene una impresora comestible y utensilios que antes solo podía imaginar.
"Al principio, para embetunar un pastel, ponía un spiner debajo de un plato para darle vuelta, porque no tenía bailarina. Ahora ya tengo", dice con orgullo.
Mujer empoderada y en progreso
Pero Adri no solo es repostera. Desde hace casi tres años trabaja en el Ayuntamiento de Culiacán, en el área de parques y jardines, donde barre la Catedral y poda los árboles.
"Yo a todo le entro. Uso la chicotera, podo, barro. Mi jefe no puede decir que no trabajo", dice entre risas.
El estudio es su forma de progreso
Este empleo le dio una nueva oportunidad: "Vi que si estudias, puedes crecer dentro del Ayuntamiento, y por eso decidí entrar a la prepa Siglo XXI".
Entre el trabajo y la repostería, estudia los sábados. "En el camión leo mi guía dos veces al día para no tener problemas en la escuela", comparte.
El esfuerzo ha valido la pena: nunca ha reprobado una materia y ya está inscrita en la carrera de Derecho en la UAS. "Quiero crecer en el Ayuntamiento, tener un trabajo seguro, y después, cuando lo logre, poner mi pastelería", dice con una voz cargada de esperanza.
Ha creado una familia trabajadora
Mientras tanto, sus hijos también han aprendido el valor del trabajo. "Los sábados y domingos venden pasteles de tres leches, bollitos, carlotas, pan. Aquí todos trabajamos", menciona con mucho orgullo.
Adri ha demostrado que con determinación, se puede salir adelante. De los bollitos en la esquina a los pasteles personalizados, del barrido en Catedral a la universidad, ha sabido forjar su camino. "No importa dónde empieces, sino hasta dónde llegues", dice convencida.