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En esta edición hablamos de:

Crecimiento personal y desarrollo


DIFIERO… AL CONOCIMIENTO SE LLEGA MEDIANTE EL CUESTIONAMIENTO

CRECIMIENTO PERSONAL: ¿UN PROBLEMA A RESOLVER O UN HÁBITO?

Norma Campos
Por Mario Córdova
@mca.cordova.98

Crecimiento personal y desarrollo

Platicaba con un amigo sobre diversos temas y cosas que le estaban sucediendo. Me dijo que se sentía motivado, que las cosas en su trabajo iban saliendo bien, que su ambiente familiar le gustaba y que sentía que en los demás ámbitos estaba estable, tenía salud, etcétera. Le comenté que siempre que hablaba con él me daba una versión amable de la vida, y que estar cerca de este tipo de personas hace que uno se sienta mejor.

Sin embargo, me dijo que no siempre fue así. En un tiempo, alrededor de siete años antes, sufrió una depresión importante: se sentía totalmente desanimado y fue con un especialista, un psicólogo, y comenzó terapia, la cual le ayudó. En paralelo, descubrió una metodología que lo hacía sentirse mejor, la cual partía del concepto de crecimiento personal, y que eso le había ayudado profundamente.

El crecimiento personal es el área de la psicología que se enfoca en contribuir a encontrar y desarrollar nuestras fortalezas, para ser la mejor versión de nosotros mismos. Al igual que la medicina, durante mucho tiempo la psicología se centró en atender padecimientos, problemas y trastornos, dejando algo limitado el desarrollo humano, cuyo estancamiento proviene de carencias de algún tipo. Alfred Adler, psicólogo vienés, negó que la psicología se limitara al análisis de los problemas y traumas del pasado, y comenzó a desarrollar técnicas que se originan en el potencial que cada quien posee y lo que queremos para nosotros, sin necesidad de pensar que estamos arreglando algo. Se trata, simplemente, de salud mental. Haciendo una analogía, para comer sano o hacer ejercicio no necesitamos sufrir un padecimiento, y lo mismo ocurre con la mente, en la que podemos influir para que sea más plena sin necesidad de tener un problema.

El crecimiento personal no se da de un día para el otro. Al contrario, es paulatino, aunque permanente, y está demostrado que todos podemos experimentarlo. Lo primero que tenemos que hacer es un compromiso fuerte, serio, con darnos tiempo a diario para sentirnos mentalmente mejor, hacernos conscientes; lo segundo es tener apertura para realizar actividades encaminadas a nuestro bienestar emocional y creer en ellas; y por último, tener perseverancia para no dejar de hacerlo. Existen muchos métodos detallados tanto en internet como acercándose a un especialista, pero lo más importante es darnos cuenta de que el tema existe, que es un conocimiento de mucho valor y que nunca es tarde para empezar a desarrollarse positivamente.

Le agradezco la conversación a mi amigo, pues me dejó entrar a este tema lleno de posibilidades.

En pocas palabras, Mario opina que: 

“Estar mentalmente tranquilo no tiene que ver solo con atender padecimientos o problemas, el concepto de crecimiento personal tiene que ver con el potencial que me reconozco y con las actividades que realizo, es un proceso permanente y disponible para todos.”



ATISBOS DE CONCIENCIA

DESARROLLO PERSONAL: UN TRABAJO PARA TODA LA VIDA

Norma Campos
Por Norma Campos
@normacamposmx

Crecimiento personal y desarrollo

Escuchamos hablar mucho del desarrollo personal y creo que para poder entrar en este tema conviene que definamos y tengamos claro qué significa el desarrollo personal y cómo se logra. 

Desarrollarnos como personas implica ir logrando la madurez que le corresponde a cada etapa de la vida. Cuando nacemos, nuestro desarrollo se irá dando paulatinamente. Este desarrollo comprende, por supuesto, la evolución de nuestras capacidades físicas, definidas por la madurez de nuestro cerebro, como el gateo, caminar, saltar, hablar y ¡hasta controlar los esfínteres! En este desarrollo físico interviene como factor decisivo el tiempo, es decir, la edad. Los cambios se van dando sutilmente y, en cierto período de nuestro crecimiento en el tiempo, vamos logrando ciertas habilidades y desempeñándonos con ciertas capacidades.

Sin embargo, el desarrollo personal no es únicamente un crecimiento físico, sino, sobre todo, un crecimiento de nuestra mente, que implica la evolución de nuestras conductas y madurez emocional. Un niño puede ser irracional, pero a un adulto le corresponde la racionalidad. Un niño o un adolescente pueden no saber qué quieren, pero un adulto maduro sabe lo que quiere y cómo lograrlo.

Así pues, en condiciones normales y saludables, el desarrollo físico va ocurriendo inexorablemente: vamos creciendo en el tiempo, pero también van sucediendo cosas, vamos viviendo experiencias que, por así decirlo, obstaculizan nuestro desarrollo emocional. Una forma que me parece fácil de comprenderlo, por lo trivial, es ésta: si vemos a un niño de 2 o 3 años llorando y gritando, incluso pataleando, por conseguir un capricho, nos parecerá natural, por incómodo que nos pueda resultar. Pero es muy usual que también un adulto tenga caprichos y quizá hasta lloriquee para conseguirlos. Esta conducta nos habla de cómo el desarrollo emocional y la madurez correspondiente a esta etapa no se han alcanzado. 

Son muchas las causas que intervienen y que desfavorecen el desarrollo personal. Un niño, por ejemplo, necesita de los adultos para ir acompañándolo y ayudándolo en su desarrollo emocional. Un adulto ya es responsable de su desarrollo. Para ello, y como siempre, se requiere de la autoconciencia. Sólo reconociendo y aceptando que nuestros rasgos de personalidad no corresponden a nuestra etapa de desarrollo, y comprendiendo el origen de ello, podremos realizar un verdadero trabajo personal que detone en desarrollo y vayamos creciendo en madurez. 

Enumero aquí una lista, sin ser para nada exhaustiva, de indicadores que pueden orientarnos al trabajo personal: exploto fácilmente, tengo muchos miedos, me tomo las cosas de manera personal (“soy muy sentido/a”), me enfermo muy frecuentemente, tengo ataques de pánico, tengo relaciones con personas cercanas que he alejado, tengo la sensación de que otros se aprovechan de mí, me cuesta establecer límites saludables, no me gustan los conflictos y no los enfrento, dependo demasiado de otras personas para resolver mis temas personales, otros se ocupan de lo que debería estar ocupándome, me ocupo de otros, de cosas que ellos deberían ocuparse, sigo con apego a las reglas familiares infantiles, tomo más en cuenta las decisiones con mis padres que con mi pareja… Y la lista puede continuar...

¿Cómo se logra el desarrollo personal? Cuando podemos reconocer que nuestro desarrollo se ha obstaculizado por las experiencias que hemos vivido y que han dejado heridas, o bien, cuando aceptamos que no tuvimos oportunidad de contar con modelos adecuados para la madurez, estamos listos para abrirnos a sanar o a desaprender y aprender de nuevo. El acompañamiento de otro es un gran recurso, pues nosotros solos podemos no alcanzar a ver lo que necesitamos ver: los cursos de desarrollo en los que compartimos con otros en el mismo camino, los libros, los audios de personas que van por delante, son maneras recomendables para desarrollarnos. Cada quien sabe cuál es su mejor opción, pero lo que sí considero universal es que todos lo necesitamos.

En pocas palabras, Norma opina que:

“El desarrollo personal es una tarea de la que como adultos nos hacemos responsables. Cada quien elige la forma para hacerlo, pero la necesidad de hacerlo sí es universal.”



CREER PARA VER

VAS MUY BIEN, NO TE ME DESANIMES

Norma Campos
Por Kush Espinoza
@kushep

Crecimiento personal y desarrollo

Como les he platicado antes, en mi página de Instagram seguido comparto frases que escribo en momentos de meditación diaria. Hace unos meses compartí la que hoy da título a este artículo: “Vas muy bien, no te me desanimes”, una línea que resonó en mucha gente, quizá porque a todos nos pasa: queremos que las cosas sucedan ya.

Vivimos en un mundo muy acelerado. La comparación en redes sociales, las métricas inmediatas, la presión de que a cierta edad ya “deberíamos estar en otro nivel”, todo eso hace que nos cueste reconocer nuestro avance. Y aunque estemos caminando en la dirección correcta, la desesperación y el desánimo nos hace sentir que no es suficiente.

A mí me pasa mucho. Soy perfeccionista, y en mi trabajo la creatividad nunca para. Siempre me digo “se pudo hacer mejor”. Pero cuando pienso en esta frase: “vas muy bien, no te me desanimes”, me doy cuenta de que crecer no se trata de correr maratones todos los días, sino de ir sumando pasos poco a poquito, de valorar lo que ya logramos y de tener la paciencia de seguir avanzando.

El crecimiento personal no es lineal. Tiene pausas, curvas y hasta retrocesos. Y ahí es donde la paciencia juega un papel clave. Si lo piensas, casi cualquier cosa valiosa en la vida toma tiempo: una relación, un negocio, criar a tus hijos, un proyecto personal. Nada de eso sucede de la noche a la mañana, y está bien que así sea.

Me gusta pensar que el desánimo es un ruido en la cabeza que te hace creer que no estás llegando a ningún lado. Y la paciencia es esa voz suave que te recuerda que ya estás recorriendo el camino. Solo hay que confiar en que ese esfuerzo silencioso de hoy será el fruto del mañana.

Si hoy sientes que vas lento, o que los resultados no llegan, respira, siéntate contigo mismo y repite: “Voy muy bien, no me voy a desanimar”. Porque a veces lo único que nos falta no es motivación ni talento, sino paciencia para dejar que la vida tome su propio ritmo.

¡Gracias por estar aquí! ¡Te abrazo!

En pocas palabras Kush opina que:

“El crecimiento personal no es una carrera de velocidad, es un camino que se recorre con paciencia, y a veces la mejor estrategia es recordarte a ti mismo que vas muy bien, aunque aún no lo veas del todo.”



ATREVERSE A IMAGINAR Y APRENDER

EL PODER DE PARAR

Norma Campos
Por Andrea Valenzuela
@avrivas

Crecimiento personal y desarrollo

He aprendido que el crecimiento no llega cuando forzamos las cosas, sino cuando hacemos espacio para que algo nuevo florezca en nosotros. No se trata de correr más rápido ni de llenarnos de propósitos, sino de detenernos con conciencia; de parar, aunque sea por unos instantes, para escuchar lo que en verdad importa.

A principios del año estuve en un retiro con Raúl Romero, de Revolución Personal, en el cual hablamos sobre que la clave para vivir nuestro propósito era tan simple, y tan difícil, como detenernos. Entrar en silencio. Dejar de hacer para poder recordar quiénes somos, a qué vinimos y qué queremos.

En ese camino he descubierto tres verdades sencillas. La primera: el silencio tiene poder. No es vacío, sino un espacio lleno de presencia. Nos incomoda porque nos confronta, pero también nos revela. En él se quita un velo y aparecen las preguntas y las respuestas que solemos tapar con ruido. La segunda: crecer es abrazar todas nuestras partes: mente, cuerpo, espíritu, sombra y también lo material. Ninguna está por encima de otra: negar una es negarlas todas. El crecimiento no se trata de perfección, sino de honestidad: mirarnos con compasión, incluso en lo que más nos cuesta aceptar. La tercera: no basta con pensarlo, necesitamos encarnarlo. Nuestra vida cambia no en los grandes discursos, sino en cómo amamos, trabajamos, criamos, acompañamos y también en cómo nos acompañamos a nosotros mismos. Crecemos cuando lo que creemos se traduce en la manera en que habitamos el día.

Tal vez la pregunta que hoy quiero dejarte es esta: ¿qué pasaría si dejaras de moverte un momento y te dieras el regalo de escucharte con calma? ¿Qué claridad podría emerger si te dieras permiso de parar, aunque sea unos minutos, para preguntarte si lo que haces refleja la vida que en verdad quieres vivir?

En mi experiencia, no son los grandes gestos los que nos transforman, sino los pequeños rituales: una pausa diaria para alinear, un espacio semanal para planear con conciencia, un alto mensual para revisar el rumbo. No es complicar la vida, sino elegir una y otra vez vivirla con intención. Y si pudiera resumir todo en una sola idea sería esta: crecer es parar. Porque en la quietud descubrimos que no estamos vacíos, sino llenos de posibilidades.

Te confieso que yo misma sigo aprendiendo esto. Hay días en los que me sorprendo huyendo hacia la prisa, como si la velocidad pudiera salvarme. Pero cuando por fin me detengo aunque sea unos minutos, encuentro que no me estaba persiguiendo la vida, sino yo misma. En ese silencio vuelvo a casa, y recuerdo que crecer no es llegar a ningún lugar… es regresar a mí.

Creo que eso es posible también para ti. No necesitas grandes retiros ni largos silencios: basta con una pausa sincera, un momento de quietud en medio del día. Empieza por un respiro, por un minuto, por el gesto sencillo de detenerte. Quizá descubras que allí, justo en ese instante, ya estás creciendo.

En pocas palabras, Andrea opina que:

“Crecer es parar. Porque en la quietud descubrimos que no estamos vacíos, sino llenos de posibilidades.”



Juan Méndez
Mario Córdova
Casado, papá de 2 hijos.

Empresario, abogado y filántropo; escritor y conferencista acerca de temas de liderazgo y actitud positiva.
Juan Méndez
Norma Campos

Casada, 4 hijos, 8 nietos.

Terapeuta, diseñadora e instructora de cursos. Conferencista y asesora personal en temas de vida.

Juan Méndez
Kush Espinoza

Lic. en Diseño Industrial.

Esposo y papá de 2 niñas.

Creativo y empresario con más de 20 años de experiencia creando marcas.

Juan Méndez
Andrea Valenzuela

Mamá de Andrés.

Apasionada por la Educación para transformar personas y propulsora de la equidad de género.

1 septiembre, 2025