
En esta edición hablamos de:
Bienestar y Felicidad
DIFIERO… AL CONOCIMIENTO SE LLEGA MEDIANTE EL CUESTIONAMIENTO
¿FELICIDAD O BIENESTAR? ¿CUÁL ES EL COMPROMISO?

@mca.cordova.98
Desde hace algunos años me ha gustado el tema de la psicología positiva. Creo firmemente que tus pensamientos te definen, y podemos moldearlos, o más bien modelarlos, buscar que nos agreguen valor y que no nos lo resten.
Eres un ser pensante, por eso hay que hacerse hábil para pensar. De hecho, tu mente es lo más poderoso: lo que más te afecta y lo que más te beneficia. Un estudio reciente del Dr. Herbert Benson, de la Universidad de Harvard, busca comprobar la relación entre el pensamiento negativo y el estrés, y éstos a su vez con la salud física. Es claro: la afecta. La buena noticia es que podemos cambiar todos los días la calidad de nuestros pensamientos.
Puedo decir que no me gustan, en su mayoría, los conceptos con los que me he topado en lecturas de diferentes autores que hablan sobre la felicidad. Siempre parece como una meta, algo que se llega en algún momento o mediante algún suceso, que debo vivir en el camino hacia la felicidad y encontrarla, que es futuro. Esta parte es difícil de entender, pues nos deja insatisfechos.
Tomando como base que gran parte de mi realidad es que soy lo que pienso, es decir, existen acontecimientos, incluso en algunas ocasiones dramas, que no puedo elegir, como mucho de lo que me sucede diariamente; pero en cuanto lo interiorizo y le empiezo a dar pensamientos y emociones, es entonces cuando se reflejan en mi estado físico y mental. Esto quizá se quiere interpretar como felicidad, pero en realidad se trata de bienestar. Y me refiero literalmente a estar bien, a estar conforme con lo que me sucede, en paz y en el presente, a tener control sobre cómo se producen algunos de los pensamientos con los que reacciono ante determinadas circunstancias: eso sí depende de mí, y puedo hacerme responsable de buscar ese bienestar.
Las herramientas que he encontrado para acercarme a ese lugar de tranquilidad son básicas, complicadas de conseguir, y requieren de trabajo permanente. Lo primero es aceptar que voy a tener pensamientos negativos y positivos al mismo tiempo; lo segundo es hacerme consciente de que la mayor parte de los escenarios negativos que me planteo no van a suceder; tercero, siempre tengo la libertad de poder generar un pensamiento positivo, y aquí el que más deja huella es el del agradecimiento: todos tenemos algo qué agradecer; cuarto, la mayor parte del tiempo no te va a estar sucediendo nada, sólo estarás viviendo lo cotidiano: busca que te guste; y por último, recordar que sentir o no sentir estrés, miedo, preocupación, enojo o frustración no es importante; lo verdaderamente importante es como me recupero de él, eso sí puedo aprenderlo.
En pocas palabras, Mario opina que:
“Todos buscamos la felicidad. Para algunos está distante, lejana. Me gusta más el concepto de bienestar y tranquilidad, porque puede ocurrir en el presente y acompañarme.”
ATISBOS DE CONCIENCIA
BIENESTAR Y FELICIDAD

@normacamposmx
Imagínate que te encuentras una lámpara maravillosa con un genio que te ofrece cumplirte tres deseos. ¿Qué pedirías? Me gustaría que te detuvieras aquí y respondieras la pregunta con honestidad y conciencia, antes de seguir leyendo…
Alguna vez me hicieron esta pregunta que yo misma ahora hago en diferentes espacios personales, de trabajo o con grupos. Y, así como me pasó a mí, es muy frecuente que entre esos tres deseos uno de ellos sea algo parecido a “ser feliz”. Es decir, la mayoría de nosotros deseamos prioritariamente ser felices, tener una vida plena y significativa, pero sacrificamos la felicidad por otras cosas. Somos nosotros los que saboteamos nuestra felicidad.
Es verdad: cada persona tiene sus propios parámetros para medir la felicidad, pero lo cierto es que hay un denominador común en nuestra calidad humana: queremos ser felices, pero alejamos la felicidad por cosas que nos seducen o nos deslumbran más, o bien, que fortalecen nuestro ego. Por ejemplo, en la lista de los tres deseos puede ser que uno de ellos sea ser feliz, y los otros dos tener éxito y dinero; pero con estos últimos condicionamos el primero. Entonces, si no los obtenemos, no nos sentiremos felices.
¿Qué otras formas tenemos para sabotear nuestra felicidad?
A mi juicio, un obstáculo para la felicidad es perseguir la superioridad: el afán por tener la razón o competir para ser el más fuerte, el más sabio, el más rico, el más poderoso, el más atractivo, el mejor… Esta competencia nos aleja de la felicidad, porque no existe tal cosa como ser “el mejor” por siempre, ya que siempre surgirá alguien más rico, más sabio, más poderoso.
Otra cosa que también nos aleja de la felicidad es ser demandante. En un intento por tener relaciones en las que nos sintamos amados y vistos, demandamos, pero nuestra necesidad no termina nunca de cubrirse. De la misma manera, ser excesivamente controlador nos mantiene en un estado de estrés y de frustración, porque nos esforzamos demasiado en cambiar circunstancias o personas, o en controlar los resultados de lo que queremos, la mayoría de las veces sin éxito. Algo más: la desconfianza, tanto en las personas como en la vida, es otro obstáculo más para sentirnos plenos y con bienestar. Por último, agrego lo que creo que es el mayor obstáculo para la felicidad: la inconsciencia.
Cuando queremos tener la razón y ser superiores, cuando somos demandantes, controladores o desconfiados, estamos saboteando nuestra felicidad. La infelicidad se instala cuando nos damos cuenta de que no siempre vamos a ser superiores, o cuando no podemos obtener lo que necesitamos a pesar de nuestras demandas. O bien, nos damos cuenta de que el control es una fantasía y que no funciona, o que las noticias siempre nos van a provocar desconfianza, porque nos muestran la cara negativa de la vida.
¿Qué podemos hacer para incrementar nuestra felicidad y el bienestar en la vida diaria? Mi propuesta, que se enfoca en vencer cada uno de los obstáculos anteriores y que considero es el arma más poderosa, es cultivar la conciencia. Es importante y necesario para darnos cuenta, por ejemplo, de cuántas veces en el día quise tener la razón, o dediqué tiempo y esfuerzo a demostrar que soy superior en algo, o las veces que entré en lucha de poder en mis relaciones. O para darnos cuenta de cómo algunos discursos o noticias negativas me generan desconfianza y no hago nada por cambiar el hábito de escucharlos; o bien, hacernos conscientes de nuestra tendencia a controlar o a demandar. Sólo siendo conscientes podemos hacer el cambio de hábitos. Sin esos cambios, sabotearemos una y otra vez durante el día nuestra felicidad y bienestar, aun cuando en la lista de los tres deseos aparezca la de ser feliz.
En pocas palabras, Norma opina que:
“La felicidad sólo puede alcanzarse cuando hemos cultivado nuestra conciencia y hemos decidido hacer cambios de los hábitos que nos han alejado de la misma.”
CREER PARA VER
ESTÁS AQUÍ PARA SER FELIZ

@kushep
Conforme pasan los años, más me convenzo de que el concepto de felicidad es diferente para cada persona. Para mí, la felicidad puede estar en algo tan sencillo como tomarme en paz una cervecita bien helada mientras escribo este artículo. Para mi mamá tal vez es tener a todos sus hijos y nietos reunidos en la mesa un domingo. Para un amigo puede ser lograr que le den un mejor puesto en su trabajo. Y para otra persona, simplemente tener salud.
Entonces, si cada uno de nosotros le da un significado diferente, ¿cómo podemos hablar de herramientas para alcanzarla?
Ahí es donde me gusta mucho una frase que escribí sobre el libro El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl, que les compartí en una ocasión: “La felicidad no se persigue, se construye”. Y es justo eso: la felicidad no es una meta ni una receta, sino un estado que vamos construyendo todos los días, con lo que pensamos, hacemos y decidimos.
¿Qué herramientas nos pueden ayudar a construirla?
Más allá de cómo definas tú la felicidad, hay algunas bases que considero que sí aplican para todos:
- Cuidar tus relaciones. Invertir tiempo y energía en las personas que te suman. La conexión con otros es una de las fuentes de bienestar más importantes.
- Agradecer lo que tienes. No es cliché: la mente es experta en enfocarse en lo que nos hace falta, ¡cuidado con eso! Tomarte un minuto al día para reconocer lo bueno te cambia la perspectiva.
- Cuidar tu cuerpo. Duerme bien, muévete, come mejor. Tu cuerpo es el carro en el que te mueves por el camino de la vida, procura tenerlo al cien.
- Vivir más en el presente. Preocuparte por lo que no ha pasado o atorarte en el pasado sólo te roba energía. Estar aquí y ahora es un hábito que debes entrenar todos los días.
- Dale un sentido a lo que haces. No importa si es tu trabajo, tu familia, un hobby o ayudar a otros. Cuando lo que haces tiene propósito, hay un motor que te mueve incluso en los días más difíciles.
Estas herramientas no son exclusivas de nadie ni garantizan que todo sea perfecto. Pero sí te dan una base más sólida para enfrentar los inevitables altibajos de la vida.
Creo que en el camino nos enredamos mucho en ideas y sufrimiento. Nos compramos la creencias de que tenemos que alcanzar cierto nivel de éxito, de dinero o de estabilidad para ser felices. Pero la realidad es que la felicidad está hecha de momentos sencillos, y depende más de cómo los vives que de lo que logras.
Esto es sólo un recordatorio para ti y para mí: estás aquí para ser feliz. Desde tu propia historia, con tus propios sueños y retos, puedes empezar hoy mismo a construirla. No necesitas compararte ni cumplir las expectativas de nadie. ¡Gracias por estar aquí! ¡Te abrazo!
En pocas palabras Kush opina que:
“La felicidad no es igual para todos, pero sí hay hábitos que nos acercan a ella: cuidar nuestras relaciones, agradecer, cuidar nuestro cuerpo, vivir el presente y buscarle sentido a lo que hacemos. Si tienes esas bases, lo demás se va acomodando con el tiempo.”
ATREVERSE A IMAGINAR Y APRENDER
LA FELICIDAD NO ES UN DESTINO, ES UNA FORMA DE HABITAR LA VIDA

@avrivas
Durante años busqué la felicidad como si fuera una meta, un lugar al que podía llegar. Como si, en algún punto, cuando por fin se alinearan las cosas, las personas, los planes, llegaría a ese estado ideal donde todo encaja y nada duele.
Pero el bienestar no es una meta. Y la felicidad tampoco es un estado permanente. Es más bien una práctica. Un regresar. Un recordar lo que importa.
A veces confundimos bienestar con comodidad o con ausencia de conflicto, y la felicidad con euforia o con plenitud permanente. Pero si bajamos el volumen del mundo un momento, si dejamos de correr detrás de la versión editada de la vida que otros nos venden, podemos descubrir algo más verdadero: el bienestar es más silencioso.
Es la sensación de estar en sintonía con lo que somos y con lo que elegimos cada día. Es tener paz interna incluso cuando afuera hay ruido. Es vivir con coherencia. Y eso, aunque parezca poco, lo cambia todo.
La felicidad, en lugar de algo que “nos pasa”, puede ser algo que cultivamos. Que tejemos. Que sostenemos en lo pequeño. En lo cotidiano. Y que podemos mantener incluso en medio del caos, porque no depende del escenario, sino del modo en que elegimos estar en él.
Hay gestos que parecen mínimos, pero que construyen bienestar real: dormir bien, comer lo que nos nutre, respirar profundo al despertar, reír hasta las lágrimas con alguien que nos conoce, hacer algo que nos entusiasme aunque no sea productivo, establecer límites claros, decir que no sin culpa, pedir ayuda, estar cerca de quienes nos ven de verdad, cuidar el silencio tanto como cuidamos nuestras palabras.
La felicidad, cuando se vuelve práctica cotidiana, ya no necesita grandes declaraciones. Basta con sentir que no nos estamos traicionando. Que no estamos viviendo en modo sobrevivencia todo el tiempo. Que nos damos permiso de vivir más suavemente.
Cultivar el bienestar no es sólo hacer yoga o meditar, aunque eso puede ayudar. Es preguntarnos con honestidad: ¿esto que estoy haciendo me acerca o me aleja de la vida que quiero habitar? Y hacernos esa pregunta con ternura, no con exigencia. Porque no hay respuestas definitivas, pero sí hay momentos que nos acercan a nosotras mismas.
La felicidad no es un lugar al que se llega. Es una forma de caminar. Una forma de mirar. Una manera de habitar la vida con más verdad y menos prisa.
Nos seguimos encontrando.
En pocas palabras, Andrea opina que:
“Si bajamos el volumen del mundo un momento, si dejamos de correr detrás de la versión editada de la vida que otros nos venden, podemos descubrir algo más verdadero: el bienestar es más silencioso.”

Casado, papá de 2 hijos.
Empresario, abogado y filántropo; escritor y conferencista acerca de temas de liderazgo y actitud positiva.

Casada, 4 hijos, 8 nietos.
Terapeuta, diseñadora e instructora de cursos. Conferencista y asesora personal en temas de vida.

Lic. en Diseño Industrial.
Esposo y papá de 2 niñas.
Creativo y empresario con más de 20 años de experiencia creando marcas.

Mamá de Andrés.
Apasionada por la Educación para transformar personas y propulsora de la equidad de género.