Taylor Swift, la sensación del momento

El movimiento de gente y los ingresos exorbitantes por sus shows y mercancía es impresionante.

 

Este verano fui a ver a Taylor Swift. 

Por mí mismo. 

Fui porque un amigo dijo que era un espectáculo único en una generación.

¿Qué quieres decir?, le pregunté a ella.

Estaba llevando a mi tío, que tiene más de setenta años, dijo.

Y dijo que alguien que le habla así a toda una generación solo aparece una vez cada 30 años aproximadamente. 

No escucha su música, pero la comparó con el papel que Bruce Springsteen desempeñó en su vida.

La noche siguiente, caminé hasta Soldier Field a pie y esperé hasta 15 minutos después del espectáculo para ver si bajaban los precios de las entradas. 

Nunca lo hicieron. 

El primer billete que compré nunca llegó. 

Llamé al agente de SeatGeek y le pregunté si estaba hablando con muchos Swifties llorando y teniendo problemas con sus boletos. 

Porque después de gastar tanto dinero y no poder entrar, yo también quería llorar.

"Sí", dijo. 

Me consiguió uno nuevo de inmediato. 

Me quedé impresionado.

Y luego vi el espectáculo.

Nunca experimenté nada parecido. 

Pasé al menos una hora durante la actuación deambulando en estado de asombro, observando el éxtasis de sus fans, procesando la amplitud y la calidad del trabajo de su vida hasta la fecha. 

El volumen de la música, la pura audacia del set-list de más de tres horas, el enfoque integral álbum por álbum, su evolución a través de las épocas: me quedé boquiabierto. 

Ahora soy un Swiftie de toda la vida y sigo de cerca el romance entre Taylor Swift y Travis Kelce en el Daily Mail.

Me hace pensar en personas que son como Taylor Swift: excepcionalmente superlativas, que producen cantidades prodigiosas de trabajo y están en la cima de sus poderes.