Julio Cesar Urías Acosta: orgullo de Culiacán referente del deporte a nivel nacional

Julio Cesar Urías Acosta nació en 1996 en la ciudad de Culiacán. Actualmente, es considerado por muchos el máximo exponente del deporte en México. 

Julio fue criado en una localidad llamada “La Higuerita”, situada aproximadamente a 12 kilómetros de la ciudad de Culiacán, junto con sus dos hermanos Carlos y Alexia. Al ser un niño, Julio encontró en el deporte una actividad divertida que podía compartir con sus hermanos sin pensar que se convertiría en un jugador de las grandes ligas. Recibió un talento sobrenatural en su brazo para pichar; sin embargo, tenía una discapacidad en su ojo, “Así funciona Dios. Me dio un mal ojo y un buen brazo”. 

Desde su niñez le fue diagnosticado un tumor en el ojo por lo que tuvo muchas complicaciones. A lo largo de su vida, tuvo intervenciones quirúrgicas en distintos hospitales para recuperar su salud. Julio logró ponerle fin a su problema pero conservaría una marca en su ojo que le recordaría su pasado y orígenes.

Lee también: Buena noticias para el beisbol mexicano; Julio Urías es candidato al premio Cy Young

Empezó a jugar en la liga recursos desde una temprana edad, llegando a representar a México en varias selecciones con una zurda imparable y ganando olimpiadas nacionales en nombre del Estado de Sinaloa. Con tan solo 15 años, cuando jugaba en los Diablos Rojos de México, un buscador de talento cubano de Los Dodgers de Los Ángeles, mismo que descubrió años atrás a Fernando Valenzuela, confío en el talento del joven culichi y lo reclutó. 

En un nuevo equipo, Julio jugó todas las ligas inferiores en Estados Unidos haciendo un excelente trabajo; imponiendo marcas históricas, lo que lo llevaría a debutar gracias a la oportunidad de abrir un juego en las Ligas Mayores de los Estados Unidos a sus 16 años. 

Tras muchas irregularidades, Julio se fue consolidando en el equipo, sin embargo en su caminar al éxito, se lesionó y tuvo que retirarse para poder recuperar su salud. En 2020, el beisbolista, orgullo culiacanense, tuvo la oportunidad de volver a pisar el campo. Con buena salud y el deseo de demostrarse así mismo que podía hacer historia, aprovechó su oportunidad como pitcher relevo en el último juego de la Serie Mundial y consiguió la victoria para Los Dodgers. Un equipo que no alzaba el trofeo desde hace más de 30 años. 

En la temporada siguiente, ganó más de 20 juegos lo que le permitió consolidarse como una estrella del beisbol, un ejemplo de superación en México y como un caso de éxito en el mundo. Julio deja su alma al pitchear.