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Con su puesto de elote, Ángel tiene una nueva vida lejos de las adiciones

Se fue de Culiacán para tener una mejor vida en Mexicali, allá encontró algo más de lo que buscaba, las drogas un mundo de oscuridad y desesperación

12 julio, 2022
Con su puesto de elote, Ángel tiene una nueva vida lejos de las adiciones

Culiacán, Sinaloa.- Para Ángel la vida no ha sido sencilla. Desde joven dejó la ciudad para ir a buscar la vida en Mexicali. Allá encontró algo más de lo que buscaba. Encontró en las drogas un mundo de oscuridad y desesperación.

Aparecieron un mal día de la mano de un “amigo”. Lo que empezó por una curiosidad terminó enredándolo entre dolor y la desilusión.

Cuando Ángel tomó sus maletas, las llenó de sueños e ilusiones. Llevaba en las valijas su oficio de herrero. Pensaba que sería sencillo establecerse y poner un tallercito de herrería. Los planes estaban claros. La forma de llevarlos a cabo, era el desafío.

Con unos ahorros que llevaba consigo se hizo de una máquina de soldar, el proyecto empezó bien, pero con una mala decisión incidental la situación se fue tornando difícil cuando decidió malbaratar su máquina. Estuvo dispuesto a lo que sea por conseguir un poco del “polvo blanco”.

Luego consiguió trabajo como peón de albañil. El trabajo no era nada fácil para él, pero hacía su mayor esfuerzo en una ruta equivocada.

“Si me esforzaba, quería hacer las cosas bien, pero no se podía. Quise estudiar odontología y me metí a la facultad, pero la falta de dinero me hizo abandonar mi sueño”, dice con desilusión.

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Él mismo reconoce que era una carrera muy cara para alguien que no tenía el apoyo familiar, y aparte con un severo problema de adicción. Necesitaba trabajar para poder estudiar. Tenía equivocadas las prioridades, aunque tenía un trabajo bien remunerado, los gastos que la adicción le generaban eran mayores. Así fue como decidió dejar la escuela, en vez de decidir dejar las drogas.

Hizo de todo para salir adelante. Trabajó como ayudante de electricista, mecánico, peluquero y muchos otros oficios, pero en vez de avanzar se desplazaba en reversa.

Todo lo que ganaba lo consumía en polvo. Un día en medio de la desesperación de ver que el problema de drogas era más grande que su voluntad, decidió volver a Culiacán.

A Culiacán regresó derrotado, recordó que en Lázaro Cárdenas viven sus amigos Daniel y Sofía; una pareja que sin ningún interés de por medio brinda la mano a las personas que en situación de droga se acercan para salir adelante.

La pareja lo recibió en su casa y le brindó la oportunidad de rehabilitarse. Además, le dieron un trabajo vendiendo elotes.

Dejar el estudio fue muy fácil, pero dejar las drogas se convirtió en una agonía, si no las dejaba eso se convertiría en muerte. Fue la ayuda de “sus ángeles” lo que le permitió hacer la travesía de la que ahora está agradecido.

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Ahora Ángel es un hombre nuevo. Ya no hace soldaduras, tampoco hace cortes de cabello y mucho menos arregla dolores dentales.

Hace algo más simple. Se dedica a vender elotes. Esos de los que la docena cuesta 65 pesos. Ya limpio trabaja en un puesto de elotes. Paso a paso va creando una nueva vida lejos de la adicción y más cerca de la virtud humana que tanto anhela.

“Me regresé a Culiacán porque tengo el plan de establecerme. Sabía que aquí me iría bien”, dice con fe.

No solo eso, Ángel ahora tiene una visión distinta, desea estudiar en la Academia de policía y ser un ejemplo de que sí se puede salir adelante.

“Quiero ser policía, primero Dios”, dice con una voz quebrada al recordar que con las drogas la maldad ronda en las calles. No necesita que nadie le cuente ese infierno, ya estuvo ahí. Ahora es tiempo de sumar voluntades para servir a una sociedad agraviada. La venta de elotes es una ruta temporal, el servicio público será su honra. Si quieres puedes.

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