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Gracias, Charlie

5 diciembre, 2023
Charlie Munger.
Charlie Munger.

Charlie Munger fue el socio y brazo derecho de Warren Buffet.

Juntos crearon el fondo de inversión más exitoso de la historia, Berkshire Hathaway.
 
El pasado martes falleció a tan solo unos días de cumplir 100 años Charlie Munger, y con él moría un poquito de mí.
Las muestras de cariño hacia su persona no han dejado de sucederse desde que se conoció la fatal noticia y es que, cómo él mismo decía, “no hay mejor forma de conseguir algo en la vida que merecerlo”.
Vaya si Charlie lo mereció.

Es responsabilidad de cada uno elegir con cuidado a sus héroes, porque aún sin llegar a conocerlos personalmente, pueden llegar a influirnos tremendamente.

Gracias a Charlie descubrí que la inversión es la profesión definitiva para las mentes curiosas y los generalistas, pues requiere de ir construyendo y refinando continuamente un modelo mental de cómo funciona el mundo y, en especial, las personas, sus sesgos y sus incentivos.

Para Charlie, que estudió ampliamente tanto las ciencias naturales como las sociales, las “grandes ideas” no son tantas y las artificiales disciplinas en las que dividimos el conocimiento no son más que ángulos diferentes desde los cuales observar una realidad única. 
La polimatía es el camino a la sabiduría y la lectura voraz—hasta el punto de que tus hijos te conozcan como “un libro con patas”—es la mejor forma de recorrer este camino. 
Charlie nos invita a ser máquinas de aprendizaje.

Asimismo, Charlie nos alertó continuamente de la presencia de un temible enemigo al que todos nos hemos de enfrentar continuamente: las trampas mentales en las que caemos a la hora de tomar decisiones.

En definitiva, cuanto mejor sea tu modelo del mundo y más racional seas a la hora de tomar decisiones, mejores—suerte mediante—serán tus inversiones. 

Otra de las grandes lecciones que saco de la vida de Munger es la de construir una forma de vida que te permita explotar tus fortalezas y, sobre todo, ser coherente el mayor tiempo posible con tu forma de ser.

A la hora de escribir este pequeño homenaje al maestro pedí públicamente si alguien quería contribuir compartiendo qué supuso Charlie para él. 
 
Os dejo a continuación la reflexiones de algunos amigos que se han prestado a ello:

Munger era un genio que afortunadamente compartió la mayoría de sus reflexiones e ideas más importantes. 
Y como buen polímata, lo hizo sobre una amplia variedad de disciplinas. 
En el mundo hiperespecializado en el que vivimos, es un soplo de aire fresco comprobar cómo, con dedicación y curiosidad, podemos tener tanta profundidad de conocimiento en materias como la economía, la psicología, la física, la historia o la filosofía.

Como todo genio, su claridad y agilidad mental, así como su capacidad de síntesis, llamaban poderosamente la atención. 
Munger era capaz de resumir en una sola frase algo que a Buffett—que también es un genio—le llevaba un párrafo.

Nuestra sociedad está falta de ejemplaridad virtuosa, los referentes que tiene la juventud cojean por todas partes y es fundamental para preservar nuestro modo de vida volver a un nuevo Renacimiento. 
 
Munger ejemplificó con su vida y practicó el estoicismo, la disciplina del trabajo duro y cumplir con excelencia con sus obligaciones, vivir con frugalidad, compartir tus enseñanzas con otros, aprender como una obligación moral, vigilar nuestra reputación en cada acción en sociedad y en definitiva merecer una vida de éxito y prosperidad.

Titanes de la talla de Munger nos han mostrado el camino. 
Es nuestro deber moral seguir ese camino.

Charlie Munger es uno de esos buenos maestros que quieres descubrir cuanto antes. 
 
Aprovechando este homenaje en Suma Positiva, voy a compartir algunas de las ideas de este gran pensador.

De Munger aprendí los modelos mentales, esas simplificaciones útiles de la realidad que nos permiten navegar la complejidad.

De Munger aprendí que si quieres ser un buen pensador tienes que ser capaz de saltar entre disciplinas. 
No importa en qué campo del saber se encuentre la solución al problema que tienes entre manos, importa resolverlo.

De Munger aprendí que para resolver los problemas, a veces es mejor darles la vuelta. 
En lugar de buscar el éxito, evitar el fracaso. 
En lugar de buscar la genialidad, evitar la estupidez.

De Munger aprendí que hay muchas formas en las que nuestro cerebro nos engaña y nos juega malas pasadas.

De Munger aprendí el poder de los incentivos, que detrás de muchos problemas no hay un villano sino un sistema de incentivos perversos.

De Munger aprendí que no necesitas complicar las cosas, que basta con que cojas una idea simple y te la tomes en serio.

De Munger aprendí que la sabiduría es una obligación moral, que tienes que aprovechar la oportunidad diaria de poder acostarte más sabio de lo que te despertaste porque nunca sabes si podrías ser la última.

Descansa en paz, Charlie.

Charlie se lamentaba en la última entrevista que dio a la televisión americana de no haber pescado cuando era más joven y las fuerzas le acompañaban—a los 99 se sentía mucho más débil que a los 96, decía—un atún de 200 libras, al igual que yo me arrepiento ahora de no haber hecho cuando pude la peregrinación a Omaha a escuchar en persona su “no tengo nada que añadir” a los comentarios de su inseparable Warren.

Charlie, espero que allá donde estés puedas por fin cazar ese atún.

Descansa en paz.

Gracias por todo.

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