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Santiago Quiñonez puso el primer salón de eventos y comida para banquetes en Villa Juárez

Sólo tenía de dos, o criar chivos o salir a buscar la vida en otro lugar. Sus padres lo llevaron a Villa Juárez, donde se realizó como empresario.

2 febrero, 2023
Santiago Quiñonez puso el primer salón de eventos y comida para banquetes en Villa Juárez

En los años 70´s Villa Juárez, antes Campo Gobierno, se convirtió en el lugar más atractivo para la gente de los altos de Sinaloa, pues representaba abundante trabajo en los florecientes campos agrícolas. Así llegó Santiago Quiñonez Moya dejando su pueblo natal El Zapote de los Moya, Mocorito. A base de esfuerzo la vida le sonrió y construyó el primer salón de fiestas y servicio de comida para banquetes.

En 1972 Santiago Quiñonez Peñuelas tuvo la oportunidad de conocer el valle de Culiacán, tenía 6 años cuando lo trajeron a estos campos. Recuerda que los griegos establecidos en la zona sembraban garbanzo y frijol, cuando todavía no construían el sistema de canales para el riego por gravedad. De esa infancia recuerda el asombro de ver cómo esos agricultores usaban una camioneta con el puro rin trasero al que le ponían una gran banda para aprovechar la tracción de un vehículo y mover las poleas de las rústicas cosechadoras estacionarias.

La introducción del sistema de riego permitió que el cultivo de tomate y otras hortalizas de exportación fueran la principal actividad económica, donde los padres y hermanos de Santiago tuvieron empleo seguro en cada temporada.

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Recuerda que todos los años sus padres Ismael Quiñonez Rocha e Indeliza Peñuelas Rochín, venían a quedarse en los campos trayendo toda la familia, y mientras trabajaban ahorraban durante los 6 meses de la temporada, y al fin de ésta, llevaban al pueblo objetos que compraban. En tanto su mamá deshidrataba chiles y tomates, y hacía productos en conserva para tener comida todo el año. Los otros 6 meses atendían las siembras de temporal en El Zapote de Los Moya.

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De esos años venturosos recuerda con asombro que no existía el Puente Almada de la entrada de Culiacán, y por tanto los vehículos circulaban por el Puente Negro del ferrocarril, uno a la vez. Viajando en la caja de una camioneta veían el Río Culiacán como despedida de temporal. Para él fueron 12 años de repetir la misma migración.

En sus años mozos trabajó de jornalero en las labores de planteo, hilado y corte de hortalizas; también trabajó en los empaques legumbreros, en un tiempo la hizo de cargador; y luego le dieron la oportunidad de ser mayordomo de cuadrilla. Recuerda que Campo Gobierno, lo que hoy llaman Villa Juárez, eran las colonias de El Tapacal, Las Cupías y Santa Natalia.

De esos tiempos maravillosos de su juventud tiene en memoria el día que inauguraron el Cine en Villa Juárez, y las grandes fiestas y ferias que se celebraban en ese sitio, a donde acudían miles de trabajadores del campo. “Ahí era donde todos conocían las novias y las conseguían”, dice con entusiasmo.

Así conoció a Lucía Vega Bustamante, hija de los primeros migrantes y fundadores de Villa Juárez. Con quien luego se casó y le prometió una mejor vida. Cuenta que ya de casado decidió irse a vivir a la ciudad de Culiacán, donde se empleó como lavaplatos en el restaurante Chics, a espaldas de la vieja Central Camionera.

Por su dedicación y habilidades luego le dieron trabajo de cocinero, y ahí empezó su nueva historia. De esos tiempos conserva en recuerdo una agenda que le regaló Álvaro Ley y una fotografía publicitaria donde aparece como Chef promoviendo el restaurante Chics.

A los años dejó el oficio de cocinero en el restaurante para emprender con su esposa una nueva aventura como empresario. Así pusieron un negocio de tortas y hamburguesas en el centro de Villa Juárez, y los ahorros le permitieron comprar el terreno donde construyeron la casa y establecieron el negocio, además de tener una “cuartería” para hospedaje de trabajadores.

Los tiempos iban bien y decidieron ofrecer comidas para fiestas y banquetes de todo tipo. Recuerda que ofrecían platillos de: Barbacoa, frijoles puercos, sopa fría, blanca, verde y roja. También preparaban: pierna, lomo horneado, pechuga de pollo con almendrado y otros platillos. Cuenta que a veces los clientes le daban los materiales para el preparado y sólo cobraba la elaboración o vendía el paquete completo.

Con ese empuje, Santiago Quiñonez Peñuelas pudo construir el Salón de Fiestas “Milenio”. Presume ser el primero en establecer un salón de Fiestas en Villa Juárez. Lo ha rentado para fiestas, eventos políticos, cultos religiosos y comerciales. Después de 25 años de trabajarlo, fatigado de salud y cansado, ahora lo tiene en venta. También está dejando la tortería que ha tenido en su casa. Quiere dedicar los últimos años a descansar.

Agradece a la vida tener una esposa y haber procreado 5 hijos, todos profesionistas y trabajadores, gracias al trabajo en la tortería, en la comida para eventos y el salón de fiestas. En su pueblo estudió hasta tercer año de primaria y ya casado y con dos hijos terminó la primaria. Es su único estudio, pero es un excelente administrador.

Siente un gran agradecimiento por todos los jornaleros agrícolas que llegan igual como él llegó, buscando una oportunidad. Porque reconoce que fue gracias a ellos que tuvo clientes y tuvo utilidades. “Los migrantes son algo muy bueno, compran de todo, mochilas, utensilios, herramientas y comida. Es lo fuerte de Villa Juárez, nomás no están ellos no hay negocio”.

Sentado en una silla de plástico frente a la tortería, platica con nostalgia que de joven cuando vivía en el Zapote de los Moya, Mocorito, solo tenía dos opciones: o dedicarse a la cría de chivos en el monte “al partido” (mitad para el dueño del ganado y mitad para él), o venirse a trabajar de jornalero a los campos de Villa Juárez. La migración de sus padres le funcionó.

A sus 77 años, ya premiado por la vida, tiene la satisfacción de haber logrado lo que quiso. Su mayor tesoro es la amistad de los habitantes de la sindicatura y los miles de migrantes que frecuentaron su negocio todos los años. Su orgullo es haber tenido una vida alegre en la comunidad y una familia honrosa.

Santiago Quiñonez fue jornalero, cocinero y empresario. Ya no volvió a pastorear chivos, hizo dinero preparándolos en comida para banquetes. Villa Juárez le dio vida.

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