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Arte en tiempos de androides

La inteligencia artificial ha llegado a límites que antes se creían imposibles, ahora se crean imágenes artificialmente que suplen en un modo al artista

4 septiembre, 2022
Dall-E 2. Foto: Cortesía
Dall-E 2. Foto: Cortesía

Seguramente  has visto por internet imágenes que dicen ser creadas completamente por una inteligencia artificial. Dall-E 2, el programa detrás de ellas, utiliza machine learning (aprendizaje automático en español) para producir imágenes basadas en descripciones provistas por los usuarios. 

Su potencial, capacidad y polémica manera de operar han avivado discusiones sobre el futuro del arte y los creadores cuando este tipo de sistemas sean la norma y no un titular atractivo más. ¿Qué sentido tendría seguir creando? ¿Por qué pagaría a un artista? ¿Es bueno para los consumidores?  

Es fácil argumentar directamente que el rol del artista en la sociedad se ve completamente opacado por la inmediatez que ofrecen estos programas. Anula casi totalmente los tiempos de espera, cumple con los requisitos del usuario y el coste es prácticamente gratis. Hay varios problemas con esto, siendo el más evidente que Dall-E 2 se aprovecha del arte de otros autores que está disponible en internet para crear sus imágenes, lo que para muchos es un claro plagio. 

Otros recuerdan que los artistas siempre se han aprovechado de sus influencias e incluso las han referenciado en sus obras. Movimientos como el dadaísmo eran famosos por sus collages y textos recortados, Marcel Duchamp es conocido por aprovecharse de objetos cotidianos cambiando solo el contexto en que se presentan. Nada de esto sirve de consuelo para los millones de artistas que han visto fragmentos de su arte utilizados sin ningún reconocimiento ni el ingreso correspondiente.

Otro problema es que este pensamiento se centra únicamente en los aspectos comercial, estético y decorativo del arte. Se ignora que la proeza mecánica y expresiva de un creador son cosas igual o más importantes según el caso. 

Podemos compararlo con una grúa cargando toneladas contra un atleta de halterofilia, por supuesto que uno es más práctico pero es innegable el mérito deportivo y la superación personal que conlleva mejorar en la disciplina. 

Quienes practican sus capacidades artística saben que es también un medio de comunicación precioso con el que plasmar ideas, conceptos e inquietudes profundamente personales. Como humanos queremos contar y escuchar historias, desde el chisme de un amigo hasta una épica como El Señor de los Anillos. 

Las preguntas que hacemos a partir de lo que consumimos, las emociones de una escena, la conexión que establecemos con quienes comparten nuestra pasión. Todo eso compone al arte y es lo que lo hace atemporal. No pretendo negar que las obras creadas por inteligencia artificial puedan generar todo esto, sino recordar que como personas siempre tendremos algo que vale la pena contar.

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