"Para cerrar el año, no pidas una pareja al 2018... haz que suceda"

"La pareja" Es el tema que tenemos hoy para ti en

TALLER DE VIDA, una colaboración del psicoterapeuta humanista,

Antonio Ayala.

"Para cerrar el año, no pidas una pareja al 2018... haz que suceda"

Uno de los más grandes fraudes sufridos por los enamorados recae en la utopía de creer que los complementos en el amor ya se encuentran hechos a medida, listos para encontrarse en aparentes accidentes del destino bien planeados por el caprichoso azar.

El complemento de pareja, no es un obsequio fortuito que otorgue cupido bondadosamente a los deseosos distraídos, mientras caminan por la calle una tarde en primavera, dando de bruces con el futuro amor de su vida, como un afortunado accidente

Tampoco sucede en la comunión de los astros predisponiendo los zodiacos a su atracción o refracción, dependiendo todo del día en que nacieron.

El complemento afectivo no se aprende con recetas en libros de tercera, donde optimistas dibujan metodologías por docenas para los frustrados esperanzados que van de tropiezo en tropiezo, buscando un buen amor al cual arrimarse.

Para complementarse a otro hay que conocerse, tenerse por cierto y mostrarse sin vergüenzas, con el coraje que se presenta quien alberga orgullo por no ser quien nunca quiso ser, pese a la constante presión de los suyos.

Quien se acepta sin reservas, está preparado para integrarse a un otro que igual que él, busca compartirse sin pretender completarle.

El complemento no es un proceso de completud, sino de integración; echar raíces en otro sin desprenderse del lugar al que se está adherido.

Un heterogéneo que, sumado a otro, crean homogéneos.

Es hacer de un primitivo vínculo caótico guiado por deseos angustiosos que pugnan por realizarse, una consolidación de razonamientos conciliados, subjetividades que dialogan y se explican sus antagonismos sin pretender protagonismos. Afectos armoniosos que se desahogan mutuamente, creando sentidos propios en donde ambos se encuentran consigo mismos.

Es crear un paradigma como punto de llegada con muy distintos (a veces contrarios)

puntos de partida.

El complemento es una justa instalada en la cotidianidad como campo de batalla, donde dos se enfrentan, se alían izando banderas blancas. Para realizar el complemento se necesita un espacio, el de la cronicidad.

Es el tiempo quien brinda terrenos fértiles para el complemento, donde los amantes han de sembrar con suma paciencia, semillas de humildad, tolerancia, comprensión y gratitud, para entonces al paso de los años, cosechar los dulces frutos del complemento.

Desafortunadamente, en estos tiempos de urgencia, del capricho y el ansioso, sembramos al tiempo ingratitudes para luego quejarnos por las insatisfacciones cosechadas. El complemento es muy celoso, requiere un cuidado empático y abandono de egoísmos para que, en su cuido, el tiempo nos alcance tomados de la mano con aquel que humildemente confió en la soberbia del amor que sólo otorga el complemento.

El complemento es el triunfo de la razón sobre el temperamento y la osadía de ser uno en otro, sin dejar de ser en sí mismo.

Seamos entonces, "los del hoy" y no "los del mañana", esos que empiezan cada que el calendario lo indica o las promesas de la moda se los promueven.

Nosotros los de hoy, ya no somos los de ayer, ni pretendemos ser los de mañana; los de hoy, buscamos ser el de ahora, de este instante que, sin atavismos ni pretensiones,

nos entregamos al presente.

Ambicionamos todas las riquezas de este tiempo y soltamos los tesoros que ayer nos embargaron, renunciando también a las dulces promesas del mañana.

Nosotros los de hoy, buscamos ser uno con el instante y no perdemos en ser otros que no correspondan a esta nuestra única verdad. Nosotros sólo tenemos una pretensión:

dejar de ser lo que fuimos y no necesitamos ser y evitar ser lo que seríamos, si no fuéramos lo que el presente nos exige ser para nosotros. Pretendemos ser uno con este instante, para entregarnos al fin a lo único que nos atañe y exige completa devoción,

como lo es el presente; esa bella ilusión que se pierde fácilmente entre recuerdos y añoranzas.