La viva tradición del estambre en Toluca

Hace poco acompañé a mi mamá a comprar un poco de estambre para algunas cosas de crochet que estaba por hacer. Mientras caminábamos por las calles del centro, pensaba que al llegar nos encontraríamos con una tienda común con las bolitas de estambre ya hechas, en donde solo tendríamos que escoger el estilo y el color.

Sin embargo, paramos en un local de al menos 80 años. Se respiraba el olor avejentado de los muebles de madera y metal, y se sentía el frío del azulejo granulado clásico de las casas antiguas.

Cientos y cientos de colores, tamaños de bolitas, estilos, texturas y precios estaban ahí exhibidos. Mirando hacia la calle, estambre decolorado por el sol recibía a cada una de las señoras que llegaban a escoger su favorito. 

Esa experiencia inicial explotó mi curiosidad. “¿Cómo es que tantas personas buscan estambre?”, me preguntaba cada vez que entraba alguien nuevo a la tienda. Era un martes a las 12pm, y en los 25 minutos que estuve ahí (entraremos en detalle más adelante) al menos otras 6 personas distintas entraron y salieron del lugar. 

Ahora, hablemos del arte de elegir un estilo. “Todo depende de lo que busques”, nos repetía la dueña. Existe el que se puede lavar en lavadora, el que no, el que se desliza bien en el gancho, el que es más grueso, el que da un buen volumen, el que se ve lindo, el incómodo que es barato y el de marca.

Más tipos de los imaginables. Después, una vez que escoges el que más te agrada, proceden a colocarlo en una máquina de hierro cuyo funcionamiento superó los límites de mi comprensión. Básicamente, lo que hace es “tejer” una bolita de una bola más grande, con movimientos rápidos y ruidosos.

No solo una, sino que tenía la capacidad de hacer al menos 5 al mismo tiempo. Una vez que tenemos una cantidad que se acerca a lo que buscamos, se pesa, porque sí, se compra en gramos. 

Yo me encontraba totalmente impresionada. Existe un arte, una cultura y una historia de tradiciones detrás de algo tan mundano como lo que me parecía que era el estambre. Tan equivocada que estaba.