En el parque San Benito en Culiacán, la risa y creatividad de los infantes dieron vida a jabones y lámparas mágicas, recordando que la unión y los pequeños gestos pueden iluminar grandes caminos de armonía
Por: Juan Madrigal
Culiacán, Sinaloa.- En el fraccionamiento San Benito, la risa y creatividad de niñas y niños transformaron el parque en un espacio de magia y esperanza, donde descubrieron que los pequeños gestos pueden encender grandes luces de paz.
Michel, Ana Brenda, Valentina, Sofía, Guillermo y Juan son algunos de los niños y niñas quienes, entre sonrisas, juegos y nuevas experiencias, compartieron momentos que fortalecen la unión familiar y la confianza en que la niñez puede construir un mejor futuro.
Risas y juegos transforman el parque San Benito en Culiacán
Claudia Douriet Soto, integrante del comité del área recreativa, fue la encargada de coordinar cada una de las actividades. Gracias a su entusiasmo y compromiso, los pequeños no solo se divirtieron, también aprendieron.
Durante la jornada, los participantes pintaron figuras de yeso llenándolas de color, aprendieron a elaborar jabones y, con material reciclable, dieron forma a un objeto muy especial: una lámpara mágica.
“Esta lámpara mágica hecha con sus propias manos, nos recuerda que la paz inicia dentro de uno mismo. Cuando la enciendan, piensen en algo bueno que quieran compartir con los demás: una sonrisa, un abrazo o una palabra bonita. Así su luz también iluminará a los demás”, compartió Douriet Soto, inspirando a los infantes a valorar la importancia de cada pequeño gesto positivo.
También la experiencia de elaborar jabones fue una sorpresa que despertó curiosidad y alegría. “Me gustó porque descubrí que con cosas sencillas se pueden hacer creaciones útiles”, expresó Ana Brenda. Otros, al observar cómo sus lámparas cobraban vida con destellos de colores, aseguraron que era como tener un pedacito de fe entre sus manos.
Padres de familia reconocieron la importancia de este tipo de actividades que, además de brindar entretenimiento, fortalecen valores como la paz, la solidaridad y el cuidado del entorno. “Aquí los niños conviven, aprenden y se sienten parte de algo bonito. Eso es lo más valioso”, comentó Wendy, mamá de Guillermo y Juan.
Lo que inició como un día de juegos y talleres terminó siendo una lección de vida: cada jabón elaborado, cada figura pintada y cada lámpara encendida se convirtió en símbolo de unión y de confianza en el futuro.
El parque San Benito brilló no solo por la luz de las lámparas mágicas, sino por la certeza de que la verdadera transformación inicia en la niñez y en la capacidad de compartir alegría, amor y paz con los demás.