Ciudadanos de La Reforma lideran red para salvar tortugas marinas
Por: Faviola Manjarrez
La Reforma, Angostura — En la bahía Santa María, dos ciudadanos comprometidos con la naturaleza han dejado huella. Adalberto García Domínguez y Adrián Armenta, antes pescadores, hoy forman parte de la Red de Monitoreo de Tortugas Marinas, una iniciativa que promueve la sustentabilidad y conservación de especies en esta importante zona del litoral sinaloense.
Adalberto, con décadas dedicadas a la pesca y ahora a la protección ambiental, fue invitado por la asociación civil SUCEDE para compartir su experiencia con niñas y niños de la primaria Leyes de Reforma.
Junto a Adrián, habló sobre los desafíos que enfrentan las tortugas marinas que encuentran en la bahía, su zona de alimentación, y motivó a la comunidad escolar a participar en la limpieza de playas y evitar tirar basura al mar.
“Me siento muy orgulloso de poder compartir lo que hacemos en la red tortuguera con el apoyo de SUCEDE. Sé que vamos en el camino correcto… y vamos por más”, expresó Adalberto emocionado.
Ciencia y comunidad por la conservación
Isabel Mendoza, directora de SUCEDE, explicó que estas actividades forman parte de un convenio de colaboración con el Grupo Tortuguero de las Californias, y cuentan con el respaldo del CIIDIR-IPN Unidad Sinaloa, la CONANP, y el valioso acompañamiento científico del Dr. Alan Zavala Norzagaray, pionero en la conservación de tortugas en el mar de Cortés.
“En Adalberto, Adrián y toda la red tortuguera de La Reforma, tenemos grandes aliados en la restauración ambiental de la bahía”, destacó Mendoza.
Un referente en la protección marina
Adalberto García es reconocido como investigador comunitario y defensor de la tortuga Laúd, y ha sido parte de diversas iniciativas de conservación:
- Miembro de la Red Laúd del Océano Pacífico Oriental (LAÚD OPO)
- Integrante del Consejo Asesor del APFF Islas del Golfo de California (CONANP)
- Colaborador de la Red de Tortugueros de Sinaloa
- Socio activo de la Cooperativa Brianta del Pacífico
Este esfuerzo demuestra que la conservación también nace desde las comunidades y que el conocimiento local, sumado al respaldo científico, puede marcar la diferencia en la protección de especies en peligro.