Niñas y niños alzaron la voz como agentes de cambio en el más reciente Informe de Paz de Construyendo Paz IAP. Con sus mensajes, inspiraron un llamado urgente a construir un entorno seguro, digno y empático desde la infancia
Por: Juan Madrigal
Culiacán, Sinaloa.- “Quisiera que los niños tuvieran una infancia digna y feliz”, “Ya no quiero que exista más violencia para salir a jugar”, “Deseo que haya paz para poder salir sin miedo”...
Con estas frases tan conmovedoras como potentes, niñas y niños dieron inicio al más reciente Informe de Paz presentado por Construyendo Paz IAP, en un evento que no solo compartió cifras, sino también sueños, sentimientos y un llamado urgente a la acción.
Bajo el nombre “Revolución de las Niñas y Niños: Conciencia, Acción y Paz”, el encuentro se celebró en el Centro Sinaloa de las Artes "Centenario", donde convergieron familias, organizaciones sociales, jóvenes, autoridades y, sobre todo, las voces que más importan cuando se habla de futuro: las infancias.
Culiacán escucha a sus niños y niñas: informe de paz visibiliza sus voces y sueños
Este informe no fue una simple rendición de cuentas. Fue una jornada de sensibilidad y escucha activa, que partió de una premisa clara: los niños y niñas no solo deben ser protegidos, también deben ser reconocidos como agentes de cambio en la construcción de la paz.
El informe, que comprende acciones desarrolladas hasta mayo de 2025, se articuló en torno a tres pilares fundamentales: Infraestructura, Educación y Cultura.
Se destacaron iniciativas que, aunque pequeñas frente al tamaño de los desafíos, son semillas de transformación real: diplomados en cultura de paz, alianzas interinstitucionales, círculos de diálogo comunitario, encuentros juveniles y testimonios que reflejan una voluntad creciente de cambiar el miedo por participación.
Asimismo, se mostraron los avances del Gran Acuerdo, con un análisis detallado sobre la situación de paz en Sinaloa, destacando estadísticas relevantes. Y se compartieron relatos y experiencias de personas que han sido parte fundamental de las iniciativas impulsadas por Construyendo Paz.
Uno de los momentos más significativos fue la declamación de un poema escrito por Luna Guadalupe Montoya Macías, una joven autora cuya sensibilidad y claridad dieron voz a los sentimientos de muchos niños que viven en un entorno afectado por la violencia.
Su poema, una especie de “grito poético”, fue escuchado con profunda atención por los asistentes, quienes comprendieron que el arte también puede ser trinchera de paz y canal de denuncia.
También participaron los hermanos Jade y Carlos, dos pequeños embajadores de paz. Jade, con carisma y dulzura, alentó a los presentes a comprometerse con la causa de la paz.
Carlos, con su cámara, documentó emotivos momentos del evento desde su mirada infantil, regalando una perspectiva auténtica y esperanzadora.
“Desde pequeños aprendemos valores que moldean la sociedad que construiremos mañana”, expresó Jade, quien sueña con ser una reconocida actriz.
En el marco del evento también se entregaron constancias de la segunda edición Diplomado “Construcción de Paz desde los Derechos Humanos”, organizado en colaboración con la Universidad Autónoma de Sinaloa, a través de la Unidad de Bienestar Universitario que encabeza la Dra. Sofía Ángulo de Madueña.
Este espacio académico se transformó en un verdadero laboratorio ciudadano, donde el aprendizaje se convirtió en empatía activa y compromiso social.
Las palabras de Carmelita Pereira, una de las asistentes, resumieron el espíritu del encuentro: “Felicidades a todos los niños y niñas que participaron en el informe. Fue algo hermoso, hecho con emoción y nervios. Nos llenaron el corazón”.
En medio del ruido de la violencia que ha marcado a Culiacán en los últimos meses, la “Revolución de las Niñas y Niños” emerge como una respuesta cargada de ternura, dignidad y fuerza.
Un recordatorio de que la paz no se construye solo desde los altos mandos, sino también desde abajo, desde cada juego, cada voz, cada abrazo, cada deseo.
Porque construir paz no debe esperar a que pase la tormenta. Se empieza escuchando. Se continúa actuando. Y se fortalece cuando los niños y niñas son parte del proceso.
Culiacán quiere y puede cambiar. Y así, con la esperanza brillando en sus miradas y el valor latiendo en sus palabras, las niñas y los niños nos recuerdan que la paz no es un sueño lejano, sino una revolución que comienza en el corazón de cada infancia.