La coronación de la princesa María del Rosario Quintana, la reina de los Juegos Florales, Ramoncita Velázquez, y los nuevos reyes, Amparo Acosta Espinoza y José Luis Angulo, brindó un resplandeciente toque de luz y felicidad al evento que se organizó en Culiacán
Por: Juan Madrigal
Culiacán, Sinaloa.- La alegría no tiene edad. En un ambiente colmado de sonrisas, aplausos y elegancia, los adultos mayores del Centro de Desarrollo Integral (CDI) No. 5 del DIF Sinaloa, ubicado en la colonia Lázaro Cárdenas, demostraron que la vida sigue siendo una fiesta digna de celebrar, sin importar la edad.
Una gran fiesta se disfrutó de inicio a fin en el CDI No. 5 DIF Sinaloa en la Lázaro Cárdenas
La techumbre del CDI se vistió de gala para rendir homenaje a quienes con su ejemplo y experiencia iluminan a las nuevas generaciones. El evento comenzó con la emotiva despedida de los reyes salientes, Enrique Ochoa y Josefina Aguilar Millán, quienes durante su reinado representaron con dignidad y alegría al grupo de adultos mayores.
Después, la atención se centró en la encantadora presentación de la princesa María del Rosario Quintana, cuya sonrisa cálida llenó de luz el escenario. Le siguió la presentación de la reina de los Juegos Florales, Ramoncita Velázquez Reyna, quien, con su actitud positiva y su entusiasmo, cautivó a todos los presentes.
Uno de los momentos más esperados fue la llegada de los nuevos soberanos del CDI 5: Amparo Acosta Espinoza y José Luis Angulo, quienes irradiaban felicidad. Con paso firme y rostros llenos de emoción, fueron recibidos con una ovación por parte de sus compañeros y familiares.
La coronación de la realeza estuvo a cargo de Gabriela Díaz Álvarez, jefa del CDI 5, y Viviana Suleyka Muñoz Ochoa, su asistente.
Tras recibir sus coronas, la corte real se dirigió al centro de la pista para bailar el tradicional vals, iniciando un momento inolvidable de celebración, comida deliciosa, postres y mucha música. El grupo versátil “Musikaz” puso a todos a bailar, llenando el lugar de energía y alegría.
Este evento no solo coronó a la corte real, sino que también celebró el valor de envejecer con dignidad, de mantenerse activo, amado y reconocido. Porque el corazón no envejece y la felicidad, cuando se comparte, rejuvenece el alma.
En cada paso de baile, en cada aplauso y en cada sonrisa, quedó claro que la verdadera realeza se lleva en el espíritu.