Este 2 de noviembre se celebra el Día de Muertos por lo cual te compartimos algunos poemas alusivos a esta celebración
Por: Faviola Manjarrez
Este 2 de noviembre se celebra el Día de Muertos. Si no puedes ir al caposanto para visitar a tus seres queridos que fallecieron te compartimos poemas para que se los puedas leer y que ellos sepan que siempre estan presentes en tu pensamientos.
Poemas del Día de Muertos
Yo lo pregunto – Nezahualcóyotl
Yo Nezahualcóyotl lo pregunto:
¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra?
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.
Aunque sea de jade se quiebra,
aunque sea de oro se rompe,
aunque sea plumaje de quetzal se desgarra.
No para siempre en la tierra:
sólo un poco aquí.
Un recuerdo dejo – Nezahualcóyotl
Un recuerdo que dejo
¿Con qué he de irme?
¿Nada dejaré en pos de mi sobre la tierra?
¿Cómo ha de actuar mi corazón?
¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos
Silencio – Octavio Paz
Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.
El pájaro – Octavio Paz
Un silencio de aire, luz y cielo.
En el silencio transparente
el día reposaba:
la transparencia del espacio
era la transparencia del silencio.
La inmóvil luz del cielo sosegaba
el crecimiento de las yerbas.
Los bichos de la tierra, entre las piedras,
bajo la luz idéntica, eran piedras.
El tiempo en el minuto se saciaba.
En la quietud absorta
se consumaba el mediodía.
Y un pájaro cantó, delgada flecha.
Pecho de plata herido vibró el cielo,
se movieron las hojas,
las yerbas despertaron…
Y sentí que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos.
Pensándolo bien – Jaime Sabines
Me dicen que debo hacer ejercicio
para adelgazar,
que alrededor de los 50′s
son muy peligrosos
la grasa y el cigarro,
que hay que conservar la figura
y dar la batalla al tiempo,
a la vejez.
Expertos bien intencionados
y médicos amigos
me recomiendan
dietas y sistemas
para prolongar la vida
unos años más.
Lo agradezco de todo corazón,
pero me río
de tan vanas recetas
y tan escaso afán.
(La muerte también ríe
de todas esas cosas.)
La única recomendación
que considero seriamente
es la de llevar
una mujer joven a la cama
Porque a estas alturas,
la juventud
Solo puede llegarme
por contagio.
La santidad de la muerte – Amado Nervo
La santidad de la muerte
llenó de paz tu semblante,
y yo no puedo ya verte
de mi memoria delante,
sino en el sosiego inerte
y glacial de aquel instante.
En el ataúd exiguo,
de ceras a la luz fatua,
tenía tu rostro ambiguo
quietud augusta de estatua
en un sarcófago antiguo.
Quietud con yo no sé qué
de dulce y meditativo;
majestad de lo que fue;
reposo definitivo
de quién ya sabe el porqué.
Placidez, honda, sumisa
a la ley; y en la gentil
boca breve, una sonrisa
enigmática, sutil,
iluminando indecisa
la tez color de marfil.
A pesar de tanta pena
como desde entonces siento,
aquella visión me llena
de blando recogimiento
y unción…, como cuando suena
la esquila de algún convento
en una tarde serena…
A una rosa – Sor Juana Inés de la Cruz
Rosa divina, que en gentil cultura
eres con tu fragante sutileza
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura.
Amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza,
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura.
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida.
De tu caduco ser das mustias señas!
con que con docta muerte y necia vida,
viviendo engañas y muriendo enseñas.
Talpa (cuento, fragmento) – Juan Rulfo
Algún día llegará la noche.
En eso pensábamos.
Llegará la noche
y nos pondremos a descansar.
Ahora se trata de cruzar el día,
de atravesarlo como sea
para correr del calor
y del sol.
Después nos detendremos.
Después.
Lo que tenemos que hacer
por lo pronto
es esfuerzo tras esfuerzo
para ir de prisa
detrás de tantos como nosotros
y delante de otros muchos.
De eso se trata.
Ya descansaremos
bien a bien
cuando estemos muertos.
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