Con sus zapaterías Melodías Michoacanas Wenceslao dejó un legado de trabajo y esfuerzo que ha perdurado cuatro generaciones en la familia Alejo. Con cinco sucursales activas en Mazatlán, las zapaterías brindan un servicio a la comunidad desde hace 70 años
Por: Eunice Arredondo
Wenceslao Alejo Morales fue originario de Zacán, Michoacán, donde nació en 1920.
En su pueblo, cercano al volcán Paricutín, le tocó vivir la erupción de 1943 cuando era muy joven, suceso que lo obligó, igual que a muchos hombres de su tierra, a emigrar en busca de trabajo en Estados Unidos debido a la vulnerabilidad en la que quedaron las familias de la región.
Pero Wenceslao era de espíritu emprendedor y el trabajo en la Unión Americana no le llenó del todo, así que decidió regresar y en su camino a Michoacán el tren paró en Mazatlán.
Llegó al puerto en pleno Carnaval y así se enamoró de esta tierra, de su colorido, su alegría y su gente.
“Dijo mi abuelo, yo voy a regresar aquí porque veo posibilidades de emprendimiento, de venta, y se fue”, platica Imelda Alejo Velarde, nieta de Wenceslao y administradora de las empresas de la familia.
De Zacán a Mazatlán: la historia de un emprendedor resiliente
En poco tiempo Wenceslao cumplió su palabra y regresó con su esposa e hijo mayor Medardo, que aún era muy pequeño.
“Vinieron vendiendo artesanías como guitarritas, maracas, panderos y empezó a vender en las calles, él tendía una sábana y arriba tendía sus artículos, pero como era sumamente emprendedor empezó a poner gente a que también vendiera”, platica Imelda.
Las ganancias de la venta pronto le permitieron a Wenceslao rentar en el mercado Pino Suárez un estanquillo para ofrecer su mercancía y luego un local por la calle Aquiles Serdán.
Wenceslao vendía las artesanías y un buen día se le presentó la oportunidad de ampliar sus horizontes al giro de la zapatería.
“Somos zapateros por accidente, en una ocasión un agente viajero venía con su camión lleno de mercancía y tuvo un problema familiar, vio a mi abuelo como una persona confiable y le dijo que si le cuidaba las docenas de zapatos, que las vendiera y él regresaba luego por el dinero o por lo que no vendiera”, señala.
Wenceslao, con su empuje y ganas de trabajar vendió todos los zapatos y a raíz de eso se quedó en el negocio de las zapaterías.
Melodías Michoacanas: un legado familiar que trasciende generaciones
La primera zapatería “Melodías Michoacanas” se abrió en la calle Aquiles Serdán en el centro de Mazatlán en 1955, ahí también se vendían artesanías que son para la familia la raíz de la tradición que trajo Wenceslao de su tierra.
“El nombre de Melodías Michoacanas es en alusión a las pirecuas, que es música michoacana. En aquel tiempo mi abuelo traía payasos, traía gente del sur y hacían show todos los días afuera de las zapaterías para atraer a la gente, se quedaban por temporadas de hasta dos meses y luego venían otros”, platica Imelda.
Años después se añadió al negocio el slogan de “El coco de los zapateros”, debido a un comentario que un amigo le hizo a Wenceslao, refiriéndose a su inteligencia para manejar las zapaterías.
La familia de Wenceslao creció en Mazatlán, tuvo dos hijos más y ellos desde niños se fueron involucrando en el comercio, su hijo mayor, que hoy es la cabeza de las zapaterías, desde muy pequeño empezó a vender diversos artículos afuera de los negocios de su padre.
“Él cuenta que tenía ocho años y ya le tenía su papá afuera de la zapatería su vendimia de naftalina, espejitos, corta uñas y otras cosas que se vendía en aquella época”.
Paralelo al crecimiento de las zapaterías, Wenceslao exploró otros giros, nunca dejó de buscar nuevas oportunidades.
“A la vez que tenía las zapaterías también tuvo papelería, una fonda y otros negocios, era demasiado emprendedor. En los años 60 tenía fábrica de plásticos, en la colonia Juárez, tenía sus máquinas donde fabricaba calzado de plástico y lo llevaba a vender a Guadalajara a todos los pueblitos”, señala Imelda.
Wenceslao falleció joven, a los 56 años de edad, dejando a su esposa Imelda Querea y sus hijos a cargo de las dos zapaterías del centro.
Innovación y servicio: la clave del éxito de “El coco de los zapateros”
La segunda generación de la familia Alejo, con Medardo a la cabeza y el apoyo de su madre y esposa hicieron crecer las zapaterías “Melodías Michoacanas”, abrieron una nueva sucursal en la colonia Juárez, luego en Villa Unión y el Conchi, en el sector Flores Magón.
Después se extendieron a otros municipios como El Rosario y La Cruz de Elota, hasta llegar a tener 12 sucursales ya con la participación en los negocios de la tercera generación a la que pertenecen Imelda y sus tres hermanos.
“La segunda generación fue la que creció el negocio porque tuvo la fortuna mi papá de tener una esposa muy trabajadora, ella luchó con él. Mi mamá se encargaba de las zapaterías, mi abuela ‘cuidaba el cajón’ y mi papá vendía mayoreo en varias zapaterías hasta la Baja California”, señala.
En el camino la familia encontró la fórmula que le ha dado el sello de la casa a las zapaterías “Melodías Michoacanas”, que son hoy por hoy una zapatería de servicio, pues ofrecen a la comunidad lo que necesita.
Primero incursionaron en todo lo necesario para la comunidad artística, tienen todo el calzado y prendas de ropa para ballet, jazz, tap y folclore. También venden los accesorios que pueden servir para el calzado como son plantillas y cordones.
“Somos netamente una zapatería de servicio porque tenemos zapato de enfermera, botas de trabajo, desde niños hasta el más adulto y somos bastante versátiles, siempre estamos al pendiente de las necesidades de los clientes”, dice Imelda.
La señora Imelda Querea estuvo activa hasta los 90 años acudiendo a las zapaterías y falleció hace poco a los 100 años de edad, su familia la recuerda como una mujer muy positiva y jovial, que nunca dejó de trabajar por los suyos.
La tradición viva: preparando a la cuarta generación para el futuro
Hoy, algunos de los miembros de la cuarta generación de la familia Alejo ya se preparan para el relevo en el negocio, aunque Medardo y sus hijos se mantienen activos y con ganas de continuar trabajando, los bisnietos de Wenceslao Alejo saben que serán los herederos de una gran responsabilidad y tradición familiar.
Con cinco sucursales activas en el centro, la colonia Juárez, Flores Magón, Ley del Mar y Villa Unión, “El coco de los zapateros” se mantiene como un orgullo de los Alejo y un ícono en Mazatlán.
La historia de la familia Alejo es un testimonio del poder del emprendimiento y la adaptabilidad, desde sus inicios vendiendo artesanías hasta establecer un negocio que hoy sirve a la comunidad con una amplia variedad de productos.
Unidos por la pasión y el compromiso, se han mantenido fieles a los valores que Wenceslao inculcó: la importancia de escuchar las necesidades de sus clientes y la búsqueda constante de oportunidades.
En la cuarta generación, el espíritu emprendedor de Wenceslao sigue vivo, asegurando que sus sueños y su legado perduren en el corazón de Mazatlán.
La historia de “El coco de los zapateros” no solo refleja el éxito empresarial, sino también la esencia de una familia que, a través de su trabajo, ha contribuido al desarrollo y la identidad de su comunidad.
Así, Melodías Michoacanas continúa siendo un orgullo local, un lugar donde la tradición se encuentra con la innovación, y donde cada zapato vendido cuenta una historia de lucha, amor y dedicación. Una familia que con luchade trabajo sabe hacer comunidad.