Desde 2015, Efraín Anguiano Acosta combina su trabajo como ingeniero electromecánico con su pasión por el fútbol, guiando a más de cien niñas y niños en la colonia Progreso, Culiacán
Por: Juan Madrigal
Culiacán, Sinaloa. - En la colonia Progreso, donde las carencias parecen más visibles que las oportunidades, un hombre decidió encender una luz de esperanza a través del deporte. Desde 2015, Efraín Anguiano Acosta transforma las tardes de niñas y niños en momentos de aprendizaje, alegría y unión.
“Empezamos como un equipo familiar, con unos 15 niños. Hoy son más de 100, entre niñas y niños que han encontrado en el fútbol un motivo para soñar”, compartió Efraín con orgullo. Ingeniero electromecánico de profesión, dedica sus días al trabajo y sus tardes a su mayor pasión: formar a los Cachorros de la colonia Progreso.
Fútbol y valores: cómo Efraín inspira a niños y niñas de la colonia Progreso a perseguir sus sueños
Cada atardecer, deja a un lado las herramientas y toma el silbato con el corazón lleno de fe. Desde la cancha que se ha vuelto el alma del barrio, Efraín enseña que el fútbol no solo se juega con los pies, sino también con el alma, porque en cada jugada y cada sonrisa, sus pequeños aprenden a construir sueños, valores y amistad.
Cachorros: una familia unida por el fútbol y los sueños. La idea del club nació de manera sencilla, casi natural. “Ya teníamos un equipo de adultos llamado Lobos. De ahí surgió el nombre de Cachorros, porque la mayoría de los niños y niñas eran nuestros hijos. Luego se animaron las mamás, y nació también el equipo de Lobas”, recordó entre risas Efraín.
Descubren cómo jugar y crecer juntos. Las tardes de entrenamiento en la Unidad Deportiva Progreso Los Ayalés se transformaron en puntos de encuentro para las familias y vecinos, un espacio donde la niñez aprenden no solo a dominar el balón, sino también a convivir con respeto, empatía y gratitud.
“Mi principal motivación fue evitar que los niños anduvieran en cosas indebidas. Queríamos que tuvieran algo sano y beneficioso, que los ayudara a ser mejores personas. Aquí les enseñamos valores, no solo fútbol”, explicó el entrenador, con la convicción de quien cree que cada pase y cada gol son una oportunidad para sembrar esperanza.
Más que fútbol: una escuela de vida. Efraín habla con emoción cuando recuerda los pequeños logros de sus pupilos:
“Tal vez para algunos no sea mucho, pero para ellos meter un gol o evitar uno es un gran logro. Me llena verlos crecer, ver cómo niños que al principio eran tímidos hoy son más seguros y participativos. El cambio es real, no solo en la cancha, sino en su manera de ser”.
El trabajo en equipo no solo se queda en el campo. Los padres y madres también se han convertido en una fuerza esencial. Juntos organizan kermeses, rifas, plantan árboles y limpian el espacio deportivo que ellos mismos rehabilitaron con el valioso apoyo de Parques Alegres IAP y empresas como The Home Depot.
“Era un terreno en el olvido, pero con trabajo y unión hemos logrado grandes avances. Aún falta mucho, pero es significativo lo que hemos conseguido”, comentó Efraín con orgullo.
Retos y sueños por cumplir. A pesar de los logros, las carencias siguen presentes. El club necesita apoyo para mejorar las condiciones del campo y, sobre todo, contar con servicios básicos como un baño para los niños y sus familias.
“El gobierno municipal nos ha apoyado con algunos balones y material, pero somos muchos. Nos organizamos con la ayuda de Sandra León, quien trabaja codo a codo conmigo para conseguir uniformes y todo lo necesario”, explicó Anguiano Acosta.
Su mensaje a las autoridades es claro: “Invertir en el deporte infantil es invertir en el futuro. Esos niños serán adultos de bien, personas útiles para la sociedad”.
Y aunque las dificultades no faltan, Efraín no pierde el ánimo: “Mi principal motivación son los niños. Verlos felices, aprendiendo y superándose es mi mayor recompensa. Sueño con que logren sus metas, que sean felices en lo que elijan ser. Si alguno llega a ser futbolista profesional, sería maravilloso, pero lo más importante es que nunca pierdan los valores”.
Un legado que trasciende generaciones. Al pensar en el futuro, Efraín se imagina a los actuales Cachorros convertidos en los próximos entrenadores, guiando a niños y niñas en el mismo campo que hoy los vio crecer.
“Lo que se siembra se cosecha. Nosotros sembramos valores, amistad y esfuerzo; y estoy seguro de que en unos años cosecharemos una comunidad más unida, más fuerte y feliz”, afirmó con esperanza.
Antes de volver al trabajo o a un nuevo entrenamiento, Efraín no olvida agradecer:
“A mi esposa Helen Ojeda, por apoyarme siempre; a los papás por su confianza; a mis compañeros entrenadores Alberto Anguiano, César Carrillo y Ángel Quiroa; y a Sandra León, mi mano derecha en todo. Pero, sobre todo, a los niños y niñas, porque sin ellos nada de esto tendría sentido”.
En cada entrenamiento, Efraín reafirma que el fútbol puede ser mucho más que un juego: puede ser un refugio, una escuela y un camino hacia un mejor mañana. Entre risas, esfuerzo y compañerismo, los Cachorros aprenden que la victoria más grande es creer en uno mismo.
Mientras el sol se oculta sobre la Unidad Deportiva Progreso Los Ayalés, Efraín Anguiano Acosta sonríe al ver a sus Cachorros correr y saltar, porque sabe que, en cada abrazo, pase o ataje de balón está sembrando algo más grande que el amor al fútbol: está formando corazones valientes que aprenden a no rendirse y a creer siempre en sus sueños.
¿Quieres ser parte de la familia Cachorros?
Para Efraín Anguiano Acosta su misión va más allá del deporte: busca formar seres humanos íntegros, unidos por el respeto, la solidaridad y el amor al juego limpio.
Comunícate con Efraín al 667 131 3128 y únete a la cancha de la esperanza y aprende a jugar, crecer y soñar.