La historia de Erika Olivares, una bombero ejemplar que inspira a su familia y a la comunidad de Navolato
Erika Olivares García abrió camino donde antes no lo había. Se convirtió en la primera mujer bombero de Navolato y desde entonces su vida estuvo marcada por la valentía y el compromiso con la ciudadanía.
"Soy una bombero rústica, la camiseta de bombero la llevo en el corazón", dice con orgullo. Hoy, a sus 50 años, aunque ya no está en activo, sigue siendo parte de la corporación y acude cuando se le necesita, porque para ella ser bombero no fue un oficio, sino una forma de vida.
Sucesos que han marcado su vida
Su historia reciente da cuenta de un lamentable suceso en la Dulcería del Sol, donde una joven mujer perdió la vida. Situación que la motivó para aprender a armar un equipo de aire en la oscuridad, sin ver nada, con la guía de su esposo Adolfo Gómez, también bombero.
"Me enseñó mi esposo y aprendí, por eso en las fotos tengo la cara tapada", recuerda. A lo largo de su trayectoria ha dejado huella en decenas de servicios: videos muestran sus pies tiznados, los zapatos llenos de lodo y las huellas de haber estado en lugares donde pocos se atreven a entrar.
Toda una familia con vocación de servicio
La pasión de Erika trascendió a su familia. Su hijo, Luis Roberto Olivares García, su esposo, Adolfo Gómez y su hermano Misael Olivares García, forman parte de Bomberos, compartiendo la misma entrega por el bienestar de los navolatenses.
Sus padres, Amparo García Hernández y Eduardo Guadalupe Olivares Rubio, la vieron crecer con esa fortaleza que hoy la distingue. "He salido a servicio junto con mi esposo, he arriesgado la vida, pero siempre lo hice con amor a la corporación y a mi gente".
Erika representa un ejemplo de constancia, coraje y amor al servicio. Su historia no solo abrió espacio a más mujeres dentro de la institución, sino que también dejó en claro que la fuerza y el compromiso no tienen género.
Como ella misma dice: "Fui la primera mujer bombero y la más vieja, pero mientras pueda seguiré lista para servir cuando me necesiten". Porque en su vida, ser bombero no se trató de un uniforme, sino de una convicción grabada en el corazón.