En San Ignacio, Sinaloa, la venta de hortalizas se ha convertido en el principal sustento para comunidades desplazadas por la violencia y olvidadas por el empleo formal
Por: Yolanda Tenorio
San Ignacio, Sinaloa.– La venta de hortalizas se ha convertido en el sustento principal para la mayoría de los habitantes de la localidad de El Lodazal, en San Ignacio. Desde hace varios años, este oficio ha permitido que muchas familias sobrevivan ante la falta de oportunidades laborales en la región.
La escasez de empleos ha llevado a más personas a optar por el autoempleo en el comercio informal, especialmente quienes provienen de comunidades serranas desplazadas por la violencia.
Historias de desplazamiento y resiliencia en San Ignacio
Manuela González es originaria del ejido California y anexos, en los límites de San Ignacio y Durango. Llegar a su comunidad natal toma al menos 22 horas de camino, pero en temporada de lluvias el trayecto es imposible: las corrientes que bajan de la sierra destrozan los caminos y los derrumbes son comunes.
Estas adversidades, sumadas a la inseguridad, obligaron a Manuela y a su familia a emigrar hace 20 años a El Lodazal, conocido como el “pueblo de las hortalizas”. Hoy, hombres y mujeres se dedican a vender frutas, verduras y conservas, manteniendo viva una tradición que también es una forma de resistencia.
Productos frescos y de temporada en El Lodazal
Desde muy temprano, algunos comerciantes recorren las calles de la cabecera municipal con cubetas o carretillas llenas de producto; otros prefieren instalarse a la orilla de la carretera, donde los automovilistas se detienen a comprar.
En sus puestos se pueden encontrar rábanos, ejotes, cebolla cambray, quelites, pepino blanco, calabacitas, nopales, jamaica, ciruelas secas, sandía, limones, aguacates, conserva de papaya, empanadas, chiles chiltepines, cilantro, entre otros productos que se cultivan y venden todo el año.
Manuela comenta con orgullo que, aunque las ventas han bajado, sigue instalándose en la calle principal, frente a la plazuela de La Nanchi, para ofrecer su mercancía. La mayoría de los vendedores siembran su propio producto para reducir costos, aunque algunos lo compran para revender.
Temporadas de frutas que impulsan la economía local
La temporada de pitaya, mango, ciruela y guamúchiles es aprovechada por habitantes de distintas localidades, quienes recorren las calles para aumentar sus ingresos.
Un ejemplo de esta iniciativa son las mujeres desplazadas de la comunidad de La Caña, que han encontrado en la venta de pan, empanadas, coricos y tamales una manera de salir adelante. Su historia refleja resiliencia, fuerza y la capacidad de adaptarse a situaciones adversas, sin rendirse ante los desafíos.