Paula huyó con lo puesto. Dejó atrás su tienda, su casa y su comunidad entera. Hoy, con las manos que antes despachaban abarrotes, amasa pan y esperanza para sobrevivir en San Ignacio
Por: Yolanda Tenorio
San Ignacio, Sinaloa.- La adversidad las ha convertido en mujeres resilientes, fuertes como un árbol que se dobla con el viento, pero no se rompe, quienes han aprendido en silencio el arte de encontrar la fuerza en la debilidad, de convertir obstáculos en oportunidades y de transformar el dolor en crecimiento.
La señora Paula Martínez, forma parte de las cerca de veinte familias que fueron desplazadas de la comunidad serrana de La Caña, la mayoría decidió quedarse en la cabecera municipal, enfrentando el reto de vivir lejos de su lugar de origen, pues al desplazarse, perdieron casi todo, menos las ganas de seguir adelante.
Para todos ellos no ha sido nada fácil empezar de cero, aun así no dejan de luchar. Por lo que para ellas algunas de las actividades cotidianas que realizaban en su pueblo, hoy se han convertido en su manera de vivir, pues sus conocimientos, son su mayor fortaleza.
Con entereza Paula, relata un poco de lo que fue dejar todo atrás, llegar a un lugar desconocido acompañada de sus dos hijas menores, pues en su comunidad aunque no vivían con lujos, al menos contaban con un techo, y una pequeña tienda de abarrotes, la cual dijo, era grande y bien surtida, lo que permitía tener lo indispensable para alimentarse.
Menciona que fue en el mes de septiembre que tuvieron que abandonar el poblado tan solo lo que vestían, esto ante el temor a la inseguridad, pero en el mes de diciembre decidió regresar junto con otras personas para recuperar algo de lo que habían dejado, pero su sorpresa fue, que ya no había casi nada, les habían saqueado las viviendas, por lo que recogió lo poco que dejaron de mercancía, y regresó a la cabecera, donde afortunadamente ya tenía un lugar donde inició
Prácticamente de cero, con su pequeño negocio
Así como ella, varios encontraron sus casas saqueadas, se habían llevado lo mejor que encontraron en ellas, como colchones, roperos, estufas, enfriadoras, televisiones, tanques de gas, ventiladores, motosierras, utensilios de cocina, entre otros, además de alimentos, quienes pudieron, bajaron algo de ganado, el cual vendieron a bajo precio, pues no tenían otra opción, de lo contrario este moriría sin agua, aunque señala que así pasó con algunos animales y otros más se perdieron en el monte.
Ahora, algunas mujeres se dedican a la elaboración de pan, empanadas, coricos y tamales, productos con muy buena aceptación y que se han ido convirtiendo en los favoritos de la población, pues aunque su manera de cocinarlos cambió del horno de piedra, al de la estufa, no cambia para nada la consistencia y el sabor del mismo.
La señora Paula, con mucho gusto explicó a detalle como es que elabora la masa para hacer estos deliciosos panes que los propios clientes lo llaman «pan de La Caña».
Señala que cada tercer día elabora pan que sale a vender por las calles, aunque aseguró que también hace empanadas, coricos y jocoque con o sin chile.
Proceso de elaboración de pan en San Ignacio
Entre las 10:00 y 11:00 horas de la mañana, da inicio con los preparativos, coloca sobre la mesa una cazuela en la que vierte un kilogramo de azúcar con litro y medio de agua, que pone a la lumbre a tibiar con un poco de sal, en un sarten, vierte 600 gramos de manteca vegetal, la cual igual pone al fuego para que se derrita, en una bandeja se pone a cernir tres kilos de harina de trigo, a la cual le agrega nueve cucharadas de levadura.
Después de esto, vierte el azúcar, y la manteca, y amasa por espacio de quince minutos, para dejarla reposar por treinta minutos para que eleve su tamaño, para proseguir a formar las pequeñas bolas que deben de tener un peso exacto, para lo cual utiliza una pequeña bascula, las cuales coloca sobre charolas, a las que previamente unta con manteca, y con gran paciencia les va dando forma, para dejarlas reposar por otros quince minutos para que se hinchen un poco más, después les coloca encima lo que le llaman betún, una mezcla de harina, azúcar y manteca, que les da forma de pequeña tortilla.
Pasado este tiempo, mete cuatro charolas al horno, las cuales revisa constantemente hasta que nota que ya están completamente cocidos, además de estas conchas que son las más pedidas, también elabora pan pelón, ya que dijo, hay diferentes gustos.
De tres kilos de harina obtiene 24 piezas de pan, las cuales vende a diez pesos, y aunque el proceso es tardado y laborioso, menciona que la economía no es muy buena como para venderlas a un precio más elevado, aun así añadió hay ocasiones en que no se termina, por lo que hay días que solo utiliza dos kilos de harina.
Es así como ella, a igual que otras mujeres, llevan el sustento a sus hogares, pues dice, no se pueden dar el lujo de quedarse de brazos cruzados, "ya estoy acostumbrada a perder", dijo con palabras serenas, pues ya es la tercera ocasión que son desplazados de su localidad.
El pan de La Caña, lo pueden encontrar de venta en la tienda Diconsa de San Ignacio, que se ubica por la calle principal del pueblo.