Lo que comenzó como una venta en línea de kimchi hecho en casa, hoy es un espacio integral de cultura asiática en Culiacán con tienda, cafetería y karaoke.
Cuando Romani Ayala volvió a Culiacán después de vivir seis meses en Corea del Sur, lo primero que extrañó fue el kimchi.
Lo buscó por todos lados sin éxito. “No había absolutamente nada coreano. Nada, nada”, recuerda. Así comenzó una historia que, sin proponérselo, terminaría siendo pionera en acercar la cultura asiática a la capital sinaloense.
Así nació el Kimchi Culichi
“Lo intentamos muchas veces hasta que por fin nos salió una buena receta. Ahí dijimos: hay que venderlo”, cuenta Romani.
Ella y sus tres socios; Berenice, Paola y Jorge, todos egresados de la carrera de Estudios Internacionales en la Universidad Autónoma de Sinaloa, comenzaron con pedidos en línea. Vendían combos de ramen, kimchi y dulces. “Así los marcábamos, como combos”, dice entre risas.
Pero la demanda creció. Lo que empezó como una venta casera se convirtió en una tienda física en el centro de Culiacán.
“Era un local de dos por tres. Ahí nació el pequeño sueño coreano”, dice otra de las socias. Así surgió Kimchi Culichi, un nombre que mezcla la esencia de Corea con la identidad culichi. “Una socia dijo ‘hay que ponerle Kimchi Culichi’... nos dio risa, pero pegó. Y así se quedó”, recuerda Romani.
Una experiencia cultural en Culiacán
Hoy, Kimchi Culichi no es solo una tienda: es toda una experiencia cultural. A la tienda principal se suman Kimchi Café, una cafetería en el segundo piso donde venden banderillas coreanas, waffles rellenos, dumplings y el tradicional postre bingsu; y Kimchi Norebang, un karaoke coreano abierto a todos los géneros musicales.
“No solo viene gente que le gusta el K-pop. Vienen jóvenes, familias, señoras que ven melodramas, de todo. Lo que más se vende es el ramen”, dice Romani.
La tienda también ofrece productos de colección de grupos como BTS, BLACKPINK y otras bandas que han marcado la ola hallyu en México.
Romani y sus socios se conocieron en la universidad y algunos vivieron el intercambio académico en Seúl en 2015.
“Nos daban clases en inglés, pero también aprendimos un poco de coreano. Lo que más me gustó fue la comida”, recuerda Romani. Al regresar, sintieron la necesidad de compartir esa parte de la cultura coreana que tanto les había marcado.
En estos casi seis años desde su apertura, Kimchi Kulichi ha enfrentado retos económicos y sociales, pero ha sabido adaptarse.
“Ha sido una montaña rusa, pero aquí seguimos, echándole ganas”, afirma Romani. A pesar de todo, el negocio ha crecido, sobre todo entre los jóvenes, que encuentran en este espacio una mezcla de sabores, productos y experiencias únicas en la ciudad.
Una oferta comercial para todo público
Además de la oferta gastronómica, el equipo sigue apostando por hacer comunidad y conectar generaciones. “Lo más bonito es cuando llegan papás con sus hijos, preguntando qué es esto, probando por primera vez un ramen, o llevándose una banderilla sin saber que les va a encantar”, dicen.
Kimchi Culichi no solo trajo el kimchi a Culiacán; trajo un pedacito de Corea, lo mezcló con sazón culichi y lo convirtió en un espacio donde cualquiera puede cantar, comer, reír y descubrir una cultura que llegó para quedarse. Porque cuando algo se hace con gusto, no hay fronteras que lo detengan.