“En Villa Juárez, un domingo sin futbol no es domingo”, asegura entre risas el árbitro Óscar Uriel López Orduño.
Por: Juan Francisco Sotomayor
En Villa Juárez, municipio de Navolato, el futbol no solo es una actividad recreativa, es una verdadera tradición comunitaria afirma el joven árbitro Uriel López, mientras corre por la cancha silbando un partido en el Parque Tamayo en pleno Día del Padre.
Desde temprano hasta el atardecer, las canchas se llenan de vida con partidos entre equipos locales así lo encontramos con el silbato en juego de los equipos Las Granjas y Cañitas, que en domingo protagonizaron un encuentro dinámico con ventaja para Las Granjas.
El día pasó entre quipos disputándose el campeonato y más tarde, la jornada cerraría con una esperada final del torneo de Veteranos.
Óscar Uriel López Orduño es un personaje clave de esta escena. Árbitro constante en los torneos locales, participa cada fin de semana en los variados partidos de los 10 a 12 equipos que integran el campeonato de la cancha del Parque Tamayo.
A veces también cambia el silbato por los tachones:
“Me gusta chirotear, juego de defensa lateral izquierdo con el Taller Verdugo, también de aquí de Villa Juárez”, comenta.
Semillero de talento
Más allá de su rol en el juego, Óscar Uriel destaca el crecimiento que ha tenido el futbol en la comunidad.
“Desde chiquillos se arriman los niños a la cancha, les gusta estar pateando el balón. Eso está muy bien, que se involucren en el deporte y no agarren ningún vicio, ni nada que no tenga que ver con algo natural como el deporte, que es muy bonito”, reflexiona.
En Villa Juárez ya hay varios ejemplos de jóvenes que han trascendido: al menos tres o cuatro niños entrenan actualmente con los Dorados de Sinaloa y otros ya han tenido experiencia jugando fuera del estado.
“Aquí hay mucho futuro, mucho niño que juega muy bien. Como dicen, hay talento, sólo falta apoyarlos”, asegura.
El árbitro que también es amigo
Ser árbitro en partidos entre vecinos no siempre es sencillo, pero Óscar Uriel sabe separar la pasión del juego de la convivencia.
“Se siente muy bonito estar de un lado a otro corriendo, batallando con los jugadores, porque es la verdad, uno es el villano del partido. Pero eso sólo se queda en la cancha. Ya afuera somos amigos, camaradas, compas; todo pasa a la normalidad”, cuenta con una sonrisa.
Este Día del Padre lo pasó como más le gusta: en la cancha, entre amigos, familia y futbol, en Villa Juárez donde cada domingo es una fiesta deportiva. El deporte los une y salva de malos pasos.