Pan de mujer: la historia de doña Mili, una madre de familia que hornea sueños en la 6 de Enero

Con una estufa antigua y mucho amor, Mili Peña y su esposo Óscar Aguirre hornean pan de mujer en Culiacán. Su esfuerzo ha sacado adelante a tres hijos y mantiene viva una tradición

Por: Francisco Castro

En un cálido hogar de la colonia 6 de Enero, por la calle María de Jesús Neda, entre Obregón y Rey Gaspar, se respira algo más que el aroma a pan recién horneado.

Ahí, entre el bullicio de la ciudad, el calor de una estufa antigua y el inconfundible sabor del pan de mujer, se teje la historia de una familia que durante las últimas tres décadas ha hecho del trabajo honesto una forma de resistencia y amor.

Cada tarde en una esquina de la 6 de Enero, con su bandeja y su sonrisa, Mili no solo vende pan, vende esperanza, esfuerzo y una receta familiar de amor incondicional.

Se trata de la historia de Manuela Emigdia Peña, a quien todos conocen como Mili.

Junto a su esposo, Óscar Manuel Aguirre, Mili ha sacado adelante a sus tres hijos con harina y mucha voluntad para convertirla en rico pan. Lo suyo no es solo vender pan: es hornear oportunidades, alimentar sueños y sostener generaciones.

De Badiraguato a Culiacán, con las manos en la masa

Originaria de San Javier, Badiraguato, Mili aprendió a hacer pan desde los 12 años. Su primer intento fue un desastre, recuerda, pero el deseo de aprender fue más fuerte que el desánimo.

“La primera vez la masa quedó dura, pero lo volvimos a intentar. Desde ahí, casi diario, hasta que salió”, recuerda con una sonrisa para Tus Buenas Noticias.

Se casó joven, como era costumbre en su pueblo, y junto a Óscar comenzó una vida de trabajo y migraciones. Vivieron 14 años en Parral, Chihuahua, donde nació su primera hija.

Pero en 2010, la enfermedad de su madre y la necesidad de estar cerca de servicios médicos los trajo a Culiacán. Así empezó una nueva etapa.

El pan de mujer de doña Mili y su esposo Óscar es variado: empanadas con calabaza, cajeta, piloncillo y queso philadelphia, además de conchas y roles de canela.

La estufa como testigo

Desde su llegada, la pareja se estableció en la colonia 6 de Enero. Ahí, en una casa modesta, han mantenido viva la tradición del pan de mujer, un oficio que Mili y Óscar convirtieron en sustento familiar.

“Tenemos la misma estufa desde hace más de 30 años. Es como de la familia ya. Sin ella no habría historia”, admite Óscar con orgullo, quien confirma que la han reparado en par de ocasiones.

El día comienza temprano. Mili se levanta a las 6, su esposo incluso antes. Mientras ella prepara el desayuno y cuida de su madre, quien padece una enfermedad que afecta su memoria, Óscar amasa las primeras tandas.

Hacen pan de mujer (de harina de trigo y normal), empanadas con calabaza, cajeta, piloncillo y queso philadelphia, además de conchas y roles de canela. Luego, al filo de la una, salen a vender al cruce de Obregón y María de Jesús Neda

“Vamos a la esquina, yo con una bandeja mientras él sale a la calle con otra bandeja. A veces se vende todo en una vuelta, a veces toca regresar varias veces. Pero aquí seguimos”, cuenta Mili.

En esta antigua estufa iniciaron a realizar pan hace 30 años doña mili y Óscar.

Mujer, madre, cuidadora, panadera

Lo más admirable de su historia no está solo en el pan, sino en lo que han logrado con él. Sus tres hijos pudieron estudiar gracias a ese trabajo incansable.

La mayor estudió, aunque no ejerció, el hijo varón ya está casado, y la menor, de 22 años, estudia Trabajo Social y está a punto de titularse.

Además de ser madre y jefa de familia, Mili ha sido también la enfermera de su madre durante más de una década.

“Desde que llegamos a Culiacán soy yo quien ve todo: doctores, medicinas, citas… Ella ya tiene 71 años y aunque olvida a casi todos, a mí nunca”, dice con emoción y un tanto de preocupación.

No ha sido fácil. El calor, el cansancio, la incertidumbre de cada venta diaria... Pero no se queja.

“Es un trabajo duro, pero es el nuestro. De aquí ha salido para comida, medicinas, estudios, jabón… todo. También nos damos nuestros gustitos, un paseíto a Chihuahua cuando el calor aquí se pone insoportable”, cuenta Mili con una mezcla de orgullo y alivio.

Manuela Emigdia Peña es conocida como Mili en el sector de la 6 de enero, al norte de la ciudad.

Una historia que inspira

La historia de Mili no es solo la de una mujer que hace pan, sino la de una mujer que amasa vida. Representa a miles de familias mexicanas que desde la informalidad y el esfuerzo diario han construido un futuro sin pedir nada más que la oportunidad de trabajar con dignidad.

En un país donde el trabajo informal sostiene a millones de hogares, historias como la de Mili y Óscar nos recuerdan que hay héroes en cada esquina. Que detrás del pan caliente hay manos que no descansan, corazones que no se rinden y familias que se mantienen unidas por la fuerza de su propia voluntad.

Cosechar sueños con levadura y amor no es cosa menor. Como bien dice ella: “Aquí vivimos, luchamos, amamos y horneamos”. El pan es solo el principio. Lo demás, lo pone el corazón.

Con la ayuda de su hija menor, la ciudadanía puede ver la variedad de sus productos en Instagram, en @panmyo_