México inicia el camino hacia una jornada laboral de 40 horas, con una meta clara: enero de 2030.
Por: Francisco Castro
El gobierno de México ha decidido tomar las riendas de una de las reformas laborales más esperadas por millones de trabajadores: la reducción de la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales. Y lo ha hecho poniendo sobre la mesa una fecha. A partir de ahora, el objetivo es claro y tiene nombre y apellido: enero de 2030.
En palabras del secretario del Trabajo, Marath Bolaños, el objetivo es devolverle a los trabajadores ocho horas a la semana. Pero no es sólo una declaración, es el anuncio del inicio de una transformación que será gradual y consensuada, con una promesa concreta de llegar a la semana laboral de 40 horas en seis años.
¿Por qué es importante?
Porque en México se trabaja mucho… pero no necesariamente mejor. Hoy, 2 de cada 3 personas empleadas trabajan más de 40 horas semanales. Y 1 de cada 4 lo hace incluso por encima del límite legal actual de 48 horas. Aun así, el país sigue en los últimos lugares de productividad dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
¿Qué está proponiendo el nuevo gobierno?
Desde que asumió la presidencia el 1 de octubre de 2024, Claudia Sheinbaum dejó claro que esta reforma sería una prioridad. Lo reiteró el pasado 1 de mayo durante la celebración del Día del Trabajo, en un acto simbólico junto a líderes sindicales: el mensaje fue contundente, la reforma va, con el sello del gobierno.
¿Qué significa esto para la clase trabajadora?
El cambio no será inmediato. No se trata de dar un giro brusco que ponga en jaque a empresas, negocios o trabajadores. Lo que propone el gobierno es una implementación escalonada, que permita adaptaciones por sector, incentivos para quienes den el paso primero y acompañamiento para las pequeñas y medianas empresas.
Además, se abrirán foros de diálogo con trabajadores, empleadores, sindicatos y especialistas, para definir cómo aplicar este cambio de forma efectiva, sin afectar la economía ni el empleo.
¿Hay riesgos? Por supuesto. ¿Hay voluntad política? También.
No será fácil. Las reformas laborales en México tienen una larga historia de avances lentos y resistencias fuertes. El gran reto será convertir esta promesa en una política concreta, medible y con resultados visibles.
El gobierno ahora tiene el micrófono, el calendario y el compromiso. Pero convertir las horas prometidas en calidad de vida para millones de personas requerirá algo más: transparencia, vigilancia, coordinación y, sobre todo, constancia.
¿Y ahora qué?
Lo que sigue es construir la ruta: decidir por dónde empezar, cómo se medirá el progreso, y cómo asegurarse de que las empresas, grandes y pequeñas, puedan caminar hacia este nuevo esquema laboral sin caer en el camino.
Porque no se trata solo de trabajar menos. Se trata de vivir mejor.
¿Qué tan de acuerdo estás con reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales?
a) Totalmente de acuerdo.
b) De acuerdo, pero con condiciones.
c) Indiferente.
d) En desacuerdo.