Jóvenes con discapacidad celebran un año vendiendo sueños en el Mercadito de la Inclusión

Más de 30 jóvenes con discapacidad festejaron el primer aniversario del Mercadito de la Inclusión en la Plazuela Obregón.

Por: Jacqueline Sánchez Osuna

Un pastel grande, muchas sonrisas, abrazos y la emoción de haber logrado algo importante. Así fue la fiesta de aniversario del Mercadito de la Inclusión, un espacio donde más de 30 niñas, niños y jóvenes con discapacidad demuestran que pueden, saben y quieren trabajar.

El Mercadito de la Inclusión es un lugar incluyente

Los jóvenes que trabajan en el Mercadito de la Inclusión lo hacen con muy buen ánimo.

El mercadito, ubicado en la Plazuela Obregón, se ha convertido en un punto de encuentro para familias y personas que creen en una ciudad más incluyente.

Ahí, los jovencitos no solo venden productos como tortas, brownies, helados, flanes y galletas, sino que también aprenden a organizarse, cobrar, atender al público y sobre todo, a creer en sí mismos.

Aunque el mercadito no tiene grandes reflectores ni espectaculares, su impacto se nota en cada joven que ha ganado confianza, experiencia y sobre todo, independencia.

Un ejemplo de trabajo digno

Muy felices disfrutaron su primer aniversario en el Mercadito de la Inclusión.

Aquí no hay caridad, hay trabajo digno. Y cada moneda que cae en una alcancía, cada sonrisa de un cliente satisfecho, es parte de ese aprendizaje que no se enseña en ninguna escuela.

El Mercadito de la Inclusión es más que un lugar de venta. Es un símbolo de esperanza, de esfuerzo en familia, de pequeños logros que se celebran en grande.

En cada pastel hay una historia. En cada puesto, un sueño en construcción. Y en cada joven, un mensaje claro: la inclusión no es un favor, es una oportunidad.