El bonsái, es una antigua forma de arte japonés que trasciende la mera jardinería para convertirse en una disciplina que combina botánica, escultura y meditación.
Por: Faviola Manjarrez
Consiste en cultivar árboles y arbustos en miniatura en macetas, replicando la forma y la esencia de los especímenes a gran escala en la naturaleza. Sin embargo, no cualquier árbol es apto para este propósito.
En primera instancia, la elección de la especie correcta es fundamental para el éxito y la longevidad del bonsái. Luego, requiere paciencia, conocimiento de la fisiología del árbol y una visión artística para moldearlo a lo largo de los años.
Además, es esencial considerar la resistencia a plagas y enfermedades, utilizando productos adecuados para su protección. Así mismo, adentrarse en el mundo del bonsái significa elegir una variedad que responda bien a las técnicas de poda, alambrado y confinamiento en maceta, permitiendo al artista crear una obra viva y en constante evolución.
Factores clave para la elección y el cuidado del bonsái
Más allá de la especie, hay consideraciones prácticas que influyen en la viabilidad de un árbol para bonsái y en la salud del mismo. Estos factores garantizan que el árbol no solo sobreviva, sino que prospere y desarrolle la estética deseada.
Tamaño de las hojas y entrenudos:
- Miniaturización: la clave del bonsái es la miniaturización. Por ello, las especies que naturalmente tienen hojas pequeñas o aquellas que pueden ser reducidas de tamaño mediante técnicas como la defoliación (quitar las hojas para que crezcan más pequeñas) son ideales.
- Entrenudos cortos: los entrenudos son los espacios entre un nudo de una rama y el siguiente. Las especies con entrenudos naturalmente cortos, o que pueden ser acortados con técnicas de poda, son preferibles, ya que permiten una ramificación más densa y compacta, crucial para la ilusión de un árbol maduro en miniatura.
- Ejemplos ideales: Olmo Chino, Arce Japonés, Enebro, Pinus parviflora.
Capacidad de ramificación y adaptación a la poda y al alambrado:
- Respuesta a la poda: un buen árbol para bonsái debe ramificar fácilmente después de la poda. Esto es esencial para crear una ramificación fina y densa que dé la sensación de edad.
- Tolerancia al alambrado: el alambrado es una técnica fundamental para dar forma a las ramas y al tronco, por eso, la especie debe ser flexible para alambrar sin romperse fácilmente, y luego mantener la forma una vez que se retire el alambre.
- Crecimiento del tronco: la capacidad del tronco para engrosar con el tiempo es importante para crear la ilusión de un árbol viejo. Incluso algunas especies desarrollan una corteza atractiva y rugosa con la edad, lo que añade valor estético.
Resistencia a plagas y enfermedades:
- Vulnerabilidad: aunque el objetivo es la belleza, la resistencia natural de la especie a plagas y enfermedades es un factor importante, especialmente para principiantes. Sin embargo, algunas especies son más susceptibles a ciertos problemas fitosanitarios.
- Manejo integrado de plagas: independientemente de la especie, un árbol que estará confinado en una maceta estará expuesto a diferentes condiciones ambientales, lo que lo puede hacer vulnerable. Es crucial un monitoreo constante.
Consideraciones climáticas y cuidados específicos para un bonsái
De los variados climas, sin dudas, el mejor es el templado. Sin embargo, presenta ventajas y desafíos únicos para este tipo de cultivo.
Las temperaturas moderadas permiten un período de crecimiento más largo, pero también requieren una atención particular a la exposición y la protección.
Elección de especies según la resistencia al frío y al calor:
- Dormancia invernal: en climas templados, la mayoría de los árboles necesitan un período de dormancia invernal con bajas temperaturas. Los caducifolios (arces, olmos, hayas) y muchas coníferas (pinos, enebros) se adaptan bien a esto. Sin embargo, si los inviernos son muy suaves y no hay heladas, algunas especies que requieren un frío más intenso podrían no entrar en una dormancia adecuada y comprometer la futura floración.
- Protección contra heladas ocasionales: aunque los inviernos sean suaves, puede haber heladas ocasionales, por eso, es crucial proteger las especies más sensibles de las heladas directas, especialmente aquellas cuyas raíces son superficiales. Para protegerlas puedes moverlos a un invernadero frío, un cobertizo sin calefacción o protegerlos con mantas térmicas o acolchado alrededor de la maceta.
- Resistencia al calor estival: los veranos pueden ser cálidos, incluso en climas templados. Las hojas delicadas pueden quemarse con el sol directo e intenso del mediodía, por eso, considera proporcionarles sombra parcial durante las horas más calurosas del día.
Riego y sustrato en climas templados:
- Frecuencia de riego: en climas templados el riego es crucial. Las macetas de bonsái son pequeñas y el sustrato se seca rápidamente. En sintonía, la frecuencia de riego variará según la estación: más frecuente en verano (posiblemente varias veces al día) y menos en invierno. La clave es regar cuando la capa superior del sustrato esté seca al tacto.
- Sustrato de drenaje rápido: para climas con lluvias esporádicas o riego frecuente, un sustrato que drene muy bien es esencial para evitar el encharcamiento y la pudrición de las raíces. Una mezcla típica incluye Akadama (arcilla granulada), piedra pómez (o kiryuzuna para coníferas) y tierra volcánica (o kanuma para azaleas). Así mismo, un buen drenaje también ayuda a la salud general del árbol y a la resistencia a enfermedades fúngicas.
Fertilización y poda adaptada al clima:
- Fertilización: la fertilización debe adaptarse al ciclo de crecimiento del árbol y a las estaciones del clima templado. Se fertiliza más durante la primavera y el verano (fase de crecimiento activo) y se reduce o suspende en otoño e invierno (dormancia).
- Poda y alambrado: en climas templados, el período de crecimiento es más largo, lo que significa que el árbol puede responder bien a podas más frecuentes y al alambrado. Sin embargo, evita podas severas o alambrado en los meses más fríos para no estresar al árbol. La primavera y el otoño son generalmente los mejores momentos para estas técnicas.
Cultivar un bonsái es un acto de amor y paciencia que comienza por elegir entre las mejores variedades de árboles aptas para este cultivo. Este es el paso más importante en este gratificante arte. Desde la majestuosidad de un pino japonés hasta la delicadeza de un arce, cada especie ofrece un lienzo único.
La clave está en comprender sus necesidades específicas, ser vigilante contra plagas y adaptar los cuidados a las particularidades de un clima templado, asegurando de esta forma la salud y la belleza duradera de tu obra de arte viva.