Aquí me gano la vida, la historia de Toño que perdió sus piernas y fue abandonado por su familia. Unos perros son su dulce compañía camino a su nuevo trabajo.
Por: Juan Francisco Sotomayor
Aquí me gano la vida, la historia de Toño que perdió sus piernas y fue abandonado por su familia. Unos perros son su dulce compañía camino a su nuevo trabajo.
“Mira pobrecita gente, mira cómo andan, mejor deberían de morirse”… fue una de las frases menos empáticas que Toño escuchó en la calle confrontándose con su nueva realidad de vivir sin piernas. Ahora es carrocero, no sólo endereza hojalatas, también endereza las veredas de la depresión para personas con discapacidad.
Antonio Flores Martínez es originario de Zacatecas, Zacatecas, aprendió a crear una mente nueva cuando perdió sus piernas. Lo difícil no fue aprender a desplazarse, fue hacer que su mente caminara con un nuevo discurso de lucha y éxito, pese al abandono familiar y la incomprensión de la discapacidad. Un siniestro vial le cortó el modo de caminar, pero los malos comentarios y la mirada de lástima no le quitan su espíritu de lucha.
Antonio Flores comenta que su inicio como persona discapacitada fue al tener un siniestro vial. Estuvo en coma 3 días, con una conexión a la vida de manera artificial. Los médicos esperaban el tiempo para desconectarlo y despedirlo de este mundo. Pero la última palabra no estaba escrita.
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Después de ese duro despertar sin piernas, su gran reto ha sido tratar de ser lo más independiente y no dependiente. “Porque la gente se cansa, la familia se va. Hay compañeros que sí te pueden ayudar, pero un rato, pero todo el día es una carga… por la misma situación que está uno, la familia se va… no pues mejor nos vamos para otro lado…”
El trabajo en el taller Cervantes, de enderezado y pintura de automóviles, le ha dado utilidades para pagar los gastos de la universidad por 6 meses. No es un trabajo sencillo. Para treparse a la caja de una pick up, pone su silla junto a la rueda del vehículo, y con las fracciones de pierna se trepa apoyándose en la llanta.
Montado en el filo de la caja, fricciona la lija sacando brillo al laminado. Ese trabajo significa mucho para Toño…“Sí se puede, queriendo. En lo particular fue un proceso difícil, a mí me daba vergüenza salir de un inicio, yo me tapaba para que la gente no me viera, para que dijera, sí ahí trae sus piernas. Pero de vergüenza, si me quedo encerrado, ahí sí me voy a morir. Y un día decidí salir, la gente te va a aceptar como estás, como eres y no hay ningún inconveniente de que yo pueda desplazarme”, dice con orgullo.
“Tienes que sentirte vivo, yo despierto y agradezco por un nuevo día… yo se que la condición va a ser igual, es un reto, complicado sí… pero nada en la vida es fácil, hay que trabajar”.
Enderezando laminado y lijando con mucho cuidado, Toño también endereza las veredas de la depresión para personas con discapacidad. Con sus manos fuertes ayuda a pintar los automóviles, pero con su espíritu grande ayuda a pintar entusiasmo a quienes están igual, peor, o mejor condición que él.
En Zacatecas hay un hombre sin piernas, pero con un gran espíritu y amor por la vida.