2021-03-03

"Necesito ayuda" las palabras que salvan a un drogadicto

“Mi cabeza no entendía por qué él lo seguía haciendo. ¿Por qué si tenía una casa, si tenía hijos, si tenía una esposa, si tenía todo… Por qué él prefería drogarse?”, llena de confusión y angustia comentó Claudia Cárdenas.

A veces la tentación no llega acompañada de escasez, sufrimiento o desdicha; existen ocasiones en las que ciega a la mente por ser ‘algo nuevo’, y aunque la persona tenga una casa que cuidar, hijos por velar y una esposa por amar, pasan a segundo término cuando la droga es prioridad. Este es el testimonio de Claudia Cárdenas, una esposa que no dejó de luchar por recuperar a su marido del brillo del cristal.

“Mi cabeza no entendía por qué él lo seguía haciendo. ¿Por qué si tenía una casa, si tenía hijos, si tenía una esposa, si tenía todo… Por qué él prefería drogarse?”, llena de confusión y angustia comentó Claudia Cárdenas.

“¿No pasa nada?” se pregunta la asociación Malala Academia en relación a los efectos de las drogas en los jóvenes, en sus familias y en su ciudad. Y para mostrar la realidad de este mundo, nos comparte el testimonial número veinte, en su segunda temporada de la serie.

Conoce su historia completa:

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Con esta campaña de prevención, Malala Academia busca generar conciencia sobre el consumo de drogas, el daño que provoca, y todo lo que pierden las víctimas de las drogas.

De esta manera, exhorta a la sociedad, medios de comunicación e instituciones a sumarse para disminuir los niveles de drogadicción en México. Y tú, ¿crees que “No Pasa Nada”?.

Algo seguro es que el brillo del cristal encandila la vida, haciendo tenebrosa la mente, cegando al adicto hasta el grado de olvidar el afecto que tiene por su familia, trabajo y su vida misma.

Claudia platicó que, el que su esposo Julio dejará de llegar a dormir a casa, fue una alerta roja para anunciar que algo malo sucedía.

No fue hasta que Julio le confesó que se drogaba con cristal cuando Claudia entendió el por qué de su comportamiento. Sin embargo, la incertidumbre de no saber la razón por la que había caído en esa adicción, no la dejaba en paz.

La situación fue empeorando al grado que Claudia le negó la entrada a su casa a su amado esposo, y él sin pesar alguno, aceptó tal decisión sin reclamar y tocó fondo.

Todos los días llamaba a su esposo para saber cómo se encuentra, pues temía que él ya no estuviera con vida. Sin embargo, hasta que ella comenzó a tramitar el divorcio fue que su esposo decidió armarse de valor y pedir ayuda para salir adelante y recuperar su vida.

El amor de su esposa lo impulsó a no perder la fe y a ser valiente en el proceso. Hoy, Claudia y Julio están juntos de nuevo y disfrutan sus días, pues saben que su familia está restaurada y la vida les permitirá construir muchas experiencias más. Cuando el cristal entra a la casa, la felicidad se va.

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