2018-02-28

¿Qué sería de la vida sin... GRATITUDES?

Cuando hay gratitud, lo poco se vuelve mucho; cuando hay ingratitud, lo mucho se hace poco... ¿Eres agradecido? Revisa este texto, es para ti... ¡Una extraordinaria reflexión acerca de las gratitudes para vivir bien!

Hablemos de dar GRACIAS, por que; ¿Qué sería de la vida sin GRATITUDES?.

En Taller de vida, te presentamos el siguiente tema.

Colaboración del psicoterapeuta humanista,

Antonio Ayala.

Gratitudes.

El paraíso para el enamorado, está en la persona amada; para los padres, en la felicidad del hijo; para el hijo, en la armonía de sus padres; para el doctor, en la salud del paciente; para el maestro, en el amor a saber del alumno; para el abandono, en el amor que regresa a su vida; para el frustrado en la nueva oportunidad, la revancha; para el solitario, en la grata compañía; para insatisfecho, en aquello que no tiene; para el agradecido... en cualquier parte que se halle.

Cuando hay gratitud, lo poco se vuelve mucho; cuando hay ingratitud, lo mucho se hace poco.

Los finales no son amargos o gloriosos, es la gratitud o ingratitud quien determinará el adjetivo con que se califique el acontecimiento.

Si tomáramos con gratitud cada minuto, cada hora, cada momento compartido con quien se ama, entonces no habría minuto, hora o momento en el que renegáremos por ya no estar con dicha persona.

La gratitud nos salva de la insatisfacción, nos llena de humildad, nos ayuda a reconocer que nada es por derecho y todo es un obsequio.

La dádiva de la insatisfacción está en que ésta desaparece con un poco de gratitud.

La miseria no es austeridad, es ingratitud ante la vida.

Sentir gratitud y ser agradecidos no debería de ser un fenómeno eventual, sino una obligación diaria con todo lo que nos determina.

Pensando con gratitud el pasado, alegría el presente y esperanza en el mañana, siempre seremos jóvenes, aunque en algún momento el cuerpo diga lo contrario.

Un corazón sin gratitud por sus cariños albergados, será entonces un lugar inhabitable para un próximo amor.

Después de lo vivido si protesta el corazón, es porque entonces no conoce de gratitud.

Por todo esto, renuncio a la estéril idea de reclamar por lo que fue y ya no es,

por lo que pudo ser y no fue; renuncio a las ingratitudes con la vida y a la tonta idea de exigirle a Dios antes que a mí mismo.

Dejo de lado, al menos por hoy, las insatisfacciones del alma con génesis en una pobre forma de pensar.

Me despido de las expectativas innecesarias para dar paso a un presente tan basto y sobrado, para dar felicidad al más desdichado de los desdichados.

Abro los brazos al mundo y a sus contrariedades, a las justas "injusticias" y a tolerar aquello que no esté acorde a mis caprichos, a sabiendas que Dios me ha dotado de lo indispensable y lo dispensable se lo dejo al infeliz.

Agradezco a todos los que engalanan con su presencia mis días y también a quienes lo hacen con su ausencia tan llena de memorias.

Agradezco a mis amigos, los mejores maestros que puedo tener para aprender el arte del bien vivir y a Dios por la hermosa oportunidad de experimentar la vida, el instante más breve y placentero, o eterno y lamentable, dependiendo de su protagonista.

A esta vida, nadie ha venido a sembrar logros, sólo a cosechar dichas.

El que siembra siempre es Dios. Nuestra parte para ser feliz es la más sencilla, se llama gratitud.

Tristemente si la gratitud fuera un lujo, hoy nuestra sociedad sería una llena de austeridades.

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